La Aventura de E y los Colores Perdidos
Era una vez, en una pequeña aldea llamada Arcoíris, donde los colores llenaban cada rincón. Las flores eran como arcoíris, los árboles tenían hojas de mil tonalidades, y hasta el cielo brillaba con un azul intenso. Sin embargo, un día, un misterioso fenómeno hizo que los colores comenzaran a desvanecerse uno a uno. La aldea se volvió gris y triste.
Entre los habitantes de Arcoíris había un niño curioso llamado E, que siempre llevaba consigo un cuaderno donde anotaba todo lo que veía. Cuando se dio cuenta de que los colores se estaban perdiendo, decidió investigar.
"¿Cómo puede ser que los colores se vayan?" - se preguntó E mientras caminaba por el pueblo.
E fue a ver a la sabia anciana Selma, quien conocía todas las historias de la aldea.
"Selma, los colores están desapareciendo. ¡Necesito tu ayuda!" - dijo E con determinación.
"Escúchame, querido E. Hay un lugar mágico conocido como el Bosque de los Colores. Se dice que allí viven los Guardianes del Arcoíris, quienes cuidan de todos los colores. Si quieres recuperarlos, deberás emprender un viaje hacia ese bosque" - le respondió Selma.
E se llenó de coraje y decidió partir en busca de los colores perdidos. Con su cuaderno en mano, se despidió de sus amigos y familiares.
"Voy a traer de vuelta los colores, lo prometo" - les aseguró E.
En su camino, E se enfrentó a varios desafíos. Primero, tuvo que cruzar el río de la tristeza, donde las piedras eran resbaladizas.
"Si puedo saltar de piedra en piedra, ¡podré llegar al otro lado!" - pensó E, concentrándose. Con un último salto, llegó sano y salvo.
Luego, se encontró con un valle lleno de sombras.
"No puedo dejar que el miedo me detenga" - gritó E al verse rodeado de oscuridad. Usó su cuaderno para dibujar un sol brillante, y al verlo, las sombras comenzaron a disiparse poco a poco.
Finalmente, E llegó al Bosque de los Colores. Allí encontró a los Guardianes del Arcoíris, unos seres mágicos que cuidaban de los colores.
"Bienvenido, valiente E. Hemos estado esperando a alguien como tú" - dijo uno de los guardianes, un ser alto con alas brillantes.
"¿Por qué están desapareciendo los colores?" - preguntó E con curiosidad.
"Todo comenzó cuando la gente dejó de valorar lo que tienen. Sin amor y gratitud, los colores se volvieron grises" - explicó la guardiana del rojo, señalando el cielo gris.
"Pero yo quiero ayudar, quiero que la gente de mi aldea vuelva a sentir alegría" - exclamó E.
Los guardianes le revelaron que solo había una forma de recuperar los colores.
"Debes aprender a recordar a la gente cómo apreciar las pequeñas cosas de la vida. Cada vez que alguien sienta gratitud, un color volverá a brillar" - le dijeron.
E entendió que su misión no sería fácil, pero estaba decidido. Regresó a Arcoíris y comenzó a hablar con sus amigos y familiares sobre el valor de los colores.
"Miren esta flor, ¡es hermosa!" - decía mientras mostraba su cuaderno lleno de dibujos.
Un día, mientras ayudaba a una anciana a cruzar la calle, E sintió una cálida brisa. Al mirar hacia arriba, vio cómo el cielo comenzaba a tornarse azul nuevamente.
"¡Lo logramos!" - exclamó E al ver cómo los colores regresaban a la aldea en un espectáculo brillante.
La alegría se esparció por todas partes. La gente comenzó a ayudar a otros, a valorar lo que tenían y a disfrutar de cada pequeño momento.
Así, E aprendió que a veces los colores perdidos están en las cosas más simples de la vida. Y cada vez que alguien en Arcoíris sonreía o ayudaba a otro, un nuevo color resplandecía en el cielo.
Desde entonces, la aldea de Arcoíris nunca volvió a ser gris y se llenó de risas, amistad y, por supuesto, colores. E guardó en su corazón la lección más importante: la gratitud puede devolver la magia a nuestras vidas.
FIN.