La Aventura de Eloísa, Isabel y Brenda



Eloísa, Isabel y Brenda eran tres amigas inseparables que vivían en el pintoresco barrio de Buenos Aires. Cada tarde, después de la escuela, se reunían en el parque para compartir risas y jugar. Pero un día, todo cambió cuando decidieron explorar el bosque cerca del parque.

"Chicas, ¿no deberíamos hacer algo diferente hoy?" -propuso Eloísa con emoción.

"¡Sí! Vamos a aventurarnos al bosque que está al lado de la plaza!" -dijo Isabel, los ojos brillando de expectativas.

"¿Pero y si nos perdemos?" -preguntó Brenda un poco insegura.

"Vamos, solo será por un rato, y si algo sale mal nos tenemos a nosotras" -respondió Eloísa, animando a sus amigas.

Así, las tres se adentraron en el bosque, riendo y jugando entre los árboles. Después de un rato, se dieron cuenta de que estaban más lejos de lo que pensaban.

"¿Están seguras de que este es el camino de regreso?" -dijo Brenda, mirando alrededor con preocupación.

"¡Claro! Solo hay que seguir la senda que tomamos" -aseguró Isabel.

"No veo la senda, todo se ve igual" -replicó Brenda, sintiéndose un poco perdida.

Fue entonces cuando una fuerte ráfaga de viento hizo crujir las ramas de los árboles, y las amigas se sintieron un poco asustadas.

"Creo que deberíamos volver. Me está empezando a dar miedo aquí" -Dijo Brenda.

"No te preocupes, nosotras estamos juntas, eso es lo que importa" -dijo Eloísa, intentando calmarla.

"Sí, además, aquí no pasa nada. Solo es un bosque" -agregó Isabel, aunque también sentía un poco de temor.

Justo cuando decidieron dar media vuelta, escucharon un lamento.

"¿Escucharon eso?" -preguntó Brenda.

"Sí, suena como si alguien necesitara ayuda" -dijo Eloísa con preocupación.

Decidieron seguir el sonido y, para su sorpresa, encontraron a un pequeño ciervo atrapado en un arbusto.

"Pobre criatura, tenemos que ayudarlo" -dijo Isabel.

"Pero, ¿y si se asusta? No sé si deberíamos acercarnos" -dijo Brenda, sintiendo miedo por el ciervo.

"Nos tiene que dejar ayudarlo. Debemos ser amables y lentas" -explicó Eloísa.

Así que las tres se acercaron despacito. Eloísa tomó la delantera y con calma les habló al ciervo.

"No te preocupes, estamos aquí para ayudarte" -dijo mientras le acariciaba suavemente la cabeza.

"Hay que liberar sus patas, pero lo haremos con cuidado" -agregó Isabel, ayudando a desenredar las ramas.

Después de varios intentos, lograron liberar al ciervo. El animal, agradecido, dio un salto y se alejó para desaparecer en el bosque. Las tres amigas se miraron felices y llenas de orgullo.

"Lo hicimos, lo ayudamos!" -gritó Eloísa con emoción.

"Sí, y a pesar del miedo que sentía, me alegro de que no me rindiera" -dijo Brenda, esbozando una sonrisa.

"Esto prueba que siempre vale la pena ayudar, sin importar el miedo" -afirmó Isabel.

Sintiéndose valientes, decidieron seguir explorando. Comenzaron a recordar algunos caminos y, después de un rato, encontraron una senda que las llevó de regreso. Se sintieron aliviadas al ver el parque a lo lejos.

"¡Miren! ¡Ahí está el parque!" -gritó Isabel, corriendo hacia el lugar.

Cuando llegaron, se sintieron cansadas pero muy felices.

"Hoy aprendí que la amistad es lo más importante, sobre todo en momentos difíciles" -dijo Brenda con una sonrisa.

"Sí, y que juntas podemos enfrentar cualquier desafío" -agregó Eloísa.

Desde ese día, las tres amigas valoraron aún más su vínculo y siempre que vivían aventuras, recordaban la importancia de estar unidas y ayudarse mutuamente, sin importar cuán aterrador pudiera ser. Al final del día, la amistad es el verdadero tesoro que encontraban en cada aventura.

FIN.

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