La Aventura de Enfermería Tita



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Valle Verde, y la enfermería Tita, conocida por su gran corazón y su dedicación a los demás, se preparaba para visitar a una niña enfermita llamada Clara. Clara estaba en casa con un leve resfrío, y Tita llevaba consigo un montón de dulces y juegos para alegrarle el día.

"Estoy lista para esta aventura", pensó Tita mientras se ponía su bata blanca. "Hoy Clara va a sonreír y se va a sentir mejor".

Con su mochila cargada, Tita salió de su casa. El camino hacia la casa de Clara atravesaba un bosque frondoso, donde la naturaleza llenaba el aire de melodías y colores. Sin embargo, en el camino, Tita se encontró con un obstáculo inesperado: una larga escalera cubierta de lianas.

"¿Cómo voy a pasar por aquí?", se preguntó Tita mirando la escalera que lucía antigua y, a simple vista, peligrosa.

Tas mirar por encima, decidió tomar un respiro y con mucha determinación dijo: "Si Clara necesita de mí, ¡no puedo rendirme!". Entonces comenzó a escalar con cuidado y, cuando llegó a la cima de la escalera, se dio cuenta de que había una vista maravillosa del bosque.

De repente, al mirar hacia abajo, vio algo que la hizo estremecer: ¡una serpiente venenosa se deslizaba por el camino! Tita sabía que no podía continuar así, y decidió buscar otra ruta. A su lado había un árbol gigantesco con una puerta misteriosa en su tronco.

Intrigada, Tita se acercó y golpeó la puerta suavemente. Para su sorpresa, un pequeño duende salió y le dijo: "¡Hola, enfermera Tita! He estado esperando por ti. Sé que debes ayudar a Clara, pero por aquí hay un par de peligros. Si quieres pasar, tendrás que resolver un acertijo".

"Soy muy buena con los acertijos", respondió Tita con confianza. El duende sonrió y le planteó el reto: "¿Qué tiene ciudades, pero no casas; ríos, pero no agua; y bosques, pero no árboles?".

Tita pensó y pensó, mientras imaginaba todo lo que conocía. Luego de un rato, de repente el rostro de Tita se iluminó. "¡Un mapa!" respondió con alegría. El duende asintió, "¡Muy bien! Puedes seguir, pero debes tener cuidado con la serpiente que está cerca".

Finalmente, el duende le mostró un camino alternativo a Tita, uno lleno de flores y mariposas. Tita, agradecida, continuó y se encontró con más escaleras, pero esta vez estaban cubiertas de pétalos de flores.

Al llegar a otro nivel del bosque, se detuvo al escuchar un sibilante sonido familiar. "¿Es la serpiente?", pensó Tita, asomándose hacia un arbusto. Cuando miró más de cerca, vio que no era una serpiente, sino un pequeño elfo atrapado en una red.

"¡Ayuda!", gritó el elfo.

"¡No temas!", respondió Tita. "Soy enfermería Tita y estoy aquí para ayudarte". Con mucho cuidado, comenzó a deshacer los nudos.

"Gracias, eres muy valiente!", dijo el elfo al liberarse. "Como agradecimiento, te daré un regalo. Es un polvo mágico que te ayudará a encontrar el camino correcto". Tita sonrió y aceptó el regalo, sabiendo que lo podría necesitar.

Después de varias peripecias y algunos tropiezos, Tita finalmente llegó a un claro donde había una hermosa casa de madera donde vivía Clara. El polvo mágico brillaba en su mochila, así que decidió usarlo. Al echar un poco al aire, un sendero de luz se formó, iluminando su camino.

Al entrar en la casa, Clara la vio y sus ojos se iluminaron. "¡Tita, qué alegría!" exclamó la niña. "Te he traído algo para ti!", respondió la enfermera, entregándole los juegos y dulces.

Juntas jugaron y rieron, y Tita le dio unos consejos de cómo alimentarse y cuidarse mejor. A pesar de todos los obstáculos que había encontrado en el camino, Tita sabía que su esfuerzo había valido la pena.

"Siempre que te cuides y mantengas una actitud positiva, todo estará bien, Clara", dijo Tita con una sonrisa.

Y así, el día del viaje de enfermería Tita terminó con un corazón feliz y lleno de satisfacciones, sabiendo que ayudar a los demás es la mayor recompensa de todas. La niña pronto se sentiría mejor, y eso es lo que más importaba. Tita regresó a casa pensando en todas las aventuras que vendrían, y con el firme propósito de seguir ayudando a quienes más lo necesitaban.

FIN.

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