La Aventura de Escucharte



En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, había un hospital llamado "Sanar Con Amor", donde todos los trabajadores de la salud eran conocidos por su amabilidad y dedicación. Entre ellos estaba la enfermera Clara, el doctor Bruno, el pediatra Simón y la recepcionista Ana. Todos tenían un superpoder especial: la escucha activa.

Un día, mientras el sol brillaba en el cielo, un niño llamado Lucas llegó corriendo al hospital con su madre. Lucas era un chico muy curioso, pero hoy tenía una expresión de preocupación en su rostro.

"Mamá, tengo un problema y no sé a quién contarle..." - dijo Lucas, con sus ojos grandes como platos.

"Tranquilo, mi amor. Vamos a ver a la enfermera Clara. Ella siempre sabe qué hacer", respondió su mamá, acariciándolo suavemente.

Cuando llegaron a la sala de espera, Clara los recibió con una sonrisa amplia.

"¡Hola, Lucas! ¿Cómo estás hoy?"

"No estoy muy bien, enfermera Clara. Hay un monstruo en mi casa que hace ruido y no me deja dormir. ¡Necesito que me ayuden!" - exclamó Lucas, sufriendo un poco.

Clara se agachó a la altura de Lucas, mirándolo a los ojos.

"Entiendo que eso debe ser muy aterrador para vos. ¿Te gustaría contarme más sobre este monstruo?"

Lucas, emocionado de ser escuchado, continuó.

"Sí, es grande y habla con una voz rara. Además, huele mal y siempre aparece cuando me voy a dormir".

"Eso suena espeluznante. ¿Cuándo lo viste por primera vez?"

Lucas pensó un momento.

"Fue hace una semana. Desde entonces no puedo dormir bien".

Mientras tanto, el doctor Bruno escuchó la conversación y se acercó con interés.

"¿Sabés, Lucas? A veces, los monstruos son solo cosas que nos hacen sentir incómodos. Pero podemos enfrentarlos juntos. ¿Te gustaría que tratemos de descubrir qué pasa exactamente?"

Lucas asintió con fuerza, sintiéndose un poco más valiente.

"Sí, sí! Quiero saber si realmente es un monstruo o solo un sonido raro".

Entonces, Clara y Bruno decidieron organizar una reunión con los demás trabajadores del hospital. Invitaron a Simón, el pediatra, y a Ana, la recepcionista.

En la sala de descanso, los cuatro se reunieron para buscar ideas.

"Podríamos acompañarlo a casa y escuchar lo que él escucha", sugirió Simón.

"Sí, pero también podríamos hacer un juego, donde Lucas se sienta como un héroe enfrentando a su monstruo", añadió Ana.

"Eso podría ayudarlo a no sentir miedo. ¿Qué creen que debería hacer Lucas cuando escuche al monstruo de nuevo?" - preguntó Clara.

"Podría usar un silbato para hacerle frente y mostrarle que no tiene miedo. Eso desmitificaría la situación", sugirió Bruno.

Cada uno aportó una idea hasta que finalmente decidieron ir juntos a casa de Lucas esa noche. Cuando el sol se escondió y todo quedó en penumbra, llegaron a la habitación del niño, armados con linternas y un silbato.

"Ahora, Lucas, si escuchás algo raro, no dudes en usar tu silbato. Y nosotros estaremos aquí para apoyarte", le dijo Clara.

Lucas se sentó en su cama, con un poco de miedo pero también de emoción. De repente, empezó a escuchar un ruido extraño, similar a un rugido lejano.

"¡Ahí está!" - gritó Lucas, asustado.

"Es solo el ruido de tu juguete que está en la ventana. Vamos a ver!" - afirmó Bruno, avanzando al lugar.

Cuando abrieron la ventana, un fuerte viento hizo saltar el juguete al suelo, creando el ruido que Lucas había escuchado.

"¡Era solo el viento!" - exclamó Lucas, aliviado.

"Eso es, a veces los sonidos pueden jugar trucos con nosotros. Pero ahora que lo has enfrentado, ya no es tan aterrador, ¿verdad?" - dijo Ana.

"¡Sí! ¡No tengo miedo más!" - replicó Lucas, sonriendo.

Esa noche, Lucas comprendió que los monstruos podían ser cosas que parecían aterradoras, pero que en realidad no lo eran. Aprendió que, al compartir su miedo y ser escuchado, podía hacerlos desaparecer.

Desde entonces, los trabajadores del hospital Sanar Con Amor hicieron de la escucha activa parte de su misión, ayudando a cada niño, madre y padre a sentirse escuchados y apoyados. Y en el pueblo de Sonrisas, ya no había monstruos, solo la alegría de enfrentar las cosas juntos y la magia de la escucha.

FIN.

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