La aventura de Fantasía



Había un mundo llamado "Fantasía" en el que vivían seres mágicos y criaturas sorprendentes. En este lugar, todo era posible. Había árboles que cantaban, ríos de caramelo y montañas de algodón de azúcar.

Pero no siempre fue así. Un día, una gran nube negra cubrió Fantasía y llenó todo con tristeza y desesperación. Los seres mágicos se sintieron impotentes ante la oscuridad que los rodeaba.

Sin embargo, había una pequeña hada llamada Luna que no se daba por vencida. Ella sabía que debía hacer algo para devolver la luz a su hogar y decidió buscar ayuda.

Luna voló hasta el otro lado del reino donde vivían los dragones, quienes eran conocidos por su fuerza y valentía. Allí encontró al joven dragón Rojo quien estaba dispuesto a ayudarla. "¿Qué podemos hacer para salvar Fantasía?" preguntó Luna preocupada. "Podemos escupir fuego juntos para crear un arco iris gigante", respondió Rojo entusiasmado.

"¡Eso es increíble! ¡Vamos a intentarlo!" exclamó Luna llena de esperanza. Juntos crearon un arco iris tan grande como el cielo mismo.

La luz iluminaba cada rincón del mundo mágico mientras las criaturas celebraban con alegría la vuelta del sol brillando en lo alto del cielo. Pero cuando pensaban que todo había terminado, apareció otra amenaza: Un enorme monstruo marino salió del océano dispuesto a destruirlo todo. Luna y Rojo no se dieron por vencidos.

Sabían que debían encontrar una manera de luchar contra el monstruo. Decidieron buscar ayuda en la ciudad de las sirenas, donde vivían seres mitad humanos y mitad peces.

Allí encontraron a la princesa sirena Azul quien les ofreció su tridente mágico para derrotar al monstruo marino. Juntos enfrentaron al temible enemigo y lograron vencerlo. La alegría volvió a reinar en Fantasía gracias a la valentía y unión de todos los seres mágicos.

Luna, Rojo y Azul se convirtieron en grandes amigos y sabían que juntos podían hacer cualquier cosa. A partir de ese día, Fantasía se convirtió en un lugar aún más hermoso gracias al arco iris gigante que iluminaba el cielo cada vez que alguien necesitaba un poco de esperanza.

FIN.

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