La Aventura de Fiona y el Sapo Saltarín
Había una vez en Escocia, una niña llamada Fiona que vivía cerca de un hermoso lago rodeado de colinas verdes. Fiona tenía una gran curiosidad y le encantaba explorar su entorno. Un día, mientras jugaba cerca del lago, escuchó un sonido peculiar.
"¿Qué será ese ruido?" - se preguntó Fiona, acercándose al agua.
Cuando llegó, vio a un sapo saltando de un lado a otro.
"¡Hola, pequeño sapo!" - dijo Fiona, riéndose.
"¡Hola! Soy Salto, el sapo saltarín. Estoy tratando de saltar más alto que nunca, pero no lo logro. Ayúdame, por favor" - respondió Salto con voz tímida.
Fiona sonrió. "¡Claro, te ayudaré! Vamos a practicar juntos."
Fiona y Salto comenzaron a saltar. Pero a pesar de sus esfuerzos, Salto no podía saltar tan alto como quería.
"Quizás necesites un poco de energía extra, Salto" - sugirió Fiona.
"¡Buena idea! ¿Qué tal si comemos algunas hojas de trébol?"
Fue entonces cuando decidieron recoger hojas de trébol y hacer una pequeña merienda.
Después de un delicioso snack, Salto se sintió renovado. "¡Vamos a probar de nuevo!"
Siguieron practicando, pero Salto seguía sin poder saltar tan alto. Abatido, Salto dijo:
"Quizás nunca podré alcanzar esos altos árboles."
"No, no digas eso, Salto. ¡Vamos a hacer algo diferente!" - exclamó Fiona.
Así que Fiona tuvo una idea brillante. "Vamos a construir una pequeña rampa con estas hojas grandes que encontramos. ¡Podrás saltar desde arriba!"
Juntos, comenzaron a apilar las hojas y a formar una rampa. Fiona estaba emocionada.
"¡Ahora intenta saltar desde aquí!" - dijo mientras se alejaba para darle espacio.
Salto respiró hondo, miró al cielo y saltó desde la rampa. ¡Y por primera vez, saltó más alto que los arbustos!"¡Lo logré, lo logré!" - gritó Salto, mientras se reía de felicidad.
Fiona aplaudió con alegría. "¡Eres el mejor sapo saltarín! Nunca dejaste de intentarlo."
Salto estaba tan feliz que decidió intentar saltar nuevamente. Pero esta vez, ¡salió volando de la rampa!"¡Oh no!" - exclamó Fiona preocupada, pero antes de que ella pudiera correr, Salto aterrizó suavemente en un lago cercano.
"¡Estoy en el agua! ¡Estoy flotando!" - reía Salto, chapoteando.
Fiona se acercó al lago y le dijo:
"¡Eso fue increíble! Ahora sabes que puedes saltar y jugar en dos mundos: en la tierra y en el agua."
Desde esa tarde, Fiona y Salto se convirtieron en grandes amigos. Jugaron juntos todos los días, saltando o chapoteando en el agua. Fiona aprendió que a veces, probar algo nuevo o usar su imaginación podía ayudar a sus amigos.
"¡Gracias por todo, Fiona!" - dijo Salto un día mientras descansaban bajo un árbol.
"Siempre estemos listos para ayudar a nuestros amigos a saltar más alto, ¿verdad?" - le respondió Fiona.
Y así, Fiona y Salto vivieron muchas aventuras en su hermoso mundo, llenos de descubrimientos y alegría, siempre recordando que juntos podían lograr cualquier cosa.
Fin.
FIN.