La Aventura de Franco el Eucariota



Érase una vez, en un pequeño mundo llamado Micromundo, un eucariota heterótrofo llamado Franco. Franco era un ser amargo que vivía en un charquito lleno de luz y alegría. A diferencia de otros seres de su ambiente, que obtenían su alimento del sol, él debía buscarlo con sus propios medios.

Un día, mientras Franco exploraba los alrededores, conoció a su mejor amigo Marlon, un pequeño eucariota que adoraba las aventuras. Marlon dijo:

"¡Hola, Franco! ¿Qué estás haciendo hoy? Vamos a buscar comida juntos."

"Tenés razón, Marlon. No comí nada y ya me siento débil. ¡Vámonos!"

Juntos se adentraron en el húmedo bosque de algas donde la comida abuntaba. Pero al poco tiempo, se dieron cuenta de que había un problema: la lluvia había inundado muchas áreas del bosque.

"¡Mirá eso!" exclamó Marlon, señalando el gran charco lleno de algas.

"¡Sí! Pero, ¿cómo llegamos ahí sin hundirnos?" respondió Franco, preocupado.

Pensaron por un momento y Marlon tuvo una idea brillante:

"Ya sé, ¡podemos hacer una balsa con las hojas de las algas!"

"¡Genial! Vamos a buscar las más grandes."

Tras trabajar juntos, lograron construir una pequeña balsa. Con mucho esfuerzo y risas, lanzaron la balsa al agua. Al principio fue un poco inestable, pero ambos se acomodaron como pudieron y comenzaron a remar. Justo cuando se sentían emocionados, una fuerte ráfaga de viento los empujó a una corriente inesperada.

"¡Oh no! Esto no estaba en los planes, Marlon!" gritó Franco mientras la balsa se movía de un lado a otro.

"¡Aguanta, Franco! ¡No hay que rendirse! Solo debemos mantener la calma."

Con determinación, lograron estabilizarse y navegar por las aguas turbulentas. Sin embargo, se dieron cuenta de que estaban lejos de su ruta inicial. Al mirar a su alrededor, se dieron cuenta de que habían llegado a una parte del bosque que nunca habían visto.

"¡Esto es increíble!" dijo Franco sorprendido.

"Sí, hay tantos colores y formas, ¡parece un mundo nuevo!" contestó Marlon emocionado.

Mientras exploraban, Franco encontró una extraña planta brillante.

"¿Qué es esto? Se ve delicioso!" dijo Franco hambriento.

"Cuidado, Franco, no sabemos si es comestible o no, mejor averigüemos."

Así, decidieron investigar. Encontraron a Eze, un sabio viejo eucariota que les explicó que la planta era una forma de energía muy especial, pero solo se podía comer en pocas cantidades.

"Debéis aprender a respetar la comida. Todo tiene un equilibrio en la naturaleza. Si coméis demasiado, podréis causar daño a este hermoso lugar."

"Lo entendemos, Eze. Aprenderemos a cuidar lo que nos rodea," respondieron al unísono Franco y Marlon.

Gracias a las enseñanzas de Eze, Franco y Marlon aprendieron la importancia de la moderación y el respeto hacia su entorno. Luego de unas horas, sintiéndose agradecidos y satisfechos, decidieron regresar a su casa.

El viaje de vuelta fue tranquilo y lleno de risas. Al llegar a su charquito, Franco miró a Marlon y dijo:

"Hoy aprendí mucho. A veces, los planes no salen como uno espera, pero eso puede llevarnos a aventuras inesperadas."

"Exacto, amigo. Siempre hay algo nuevo por descubrir. ¡Vamos a seguir explorando juntos!"

Desde aquel día, Franco y Marlon nunca dejaron de explorar y aprender en su Micromundo, haciendo de cada día una nueva aventura. Y así, con valentía y curiosidad, vivieron felices, disfrutando cada gota de lluvia y cada rayo de sol.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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