La Aventura de Gabe y Tía Tati



Era una soleada mañana en Costa Rica. Tía Tati, con su gran sombrero de paja y un vestido colorido, estaba en su jardín lleno de flores vibrantes. Ella siempre decía que cada flor tenía una historia que contar, y a Gabe, su sobrino, le encantaba escuchar esas historias. Pero esta vez, Tía Tati tenía un plan especial.

"- ¡Gabe! Hoy voy a enseñarte a hacer un jardín de mariposas usando videollamada!" - exclamó emocionada.

Gabe, que vivía al otro lado del continente en Estados Unidos, sonrió al escucharla. Cada vez que hacían videollamadas, era como si la distancia se desvaneciera. "- ¡Genial, Tía Tati! ¿Qué necesitamos?" - preguntó él.

"- Vamos a necesitar algunas plantas que atraen mariposas, tierra, y mucho amor y alegría para que florezcan" - respondió ella.

A través de la pantalla, Tía Tati mostró a Gabe las semillas de las plantas y explicó cómo prepararlas. "- Primero, necesitamos un buen lugar donde haya sol. Las mariposas aman el calor. ¿Tienes un espacio en tu jardín?" - dijo Tía Tati.

"- Sí, tengo un pequeño rincón muy bonito. ¡Voy a limpiar todo ahora mismo!" - afirmó Gabe mientras corría al exterior.

Mientras trabajaban, hablaron sobre las mariposas que tanto les gustaban. Tía Tati le contó sobre una mariposa especial. "- En Costa Rica, hay una mariposa llamada Morfo que brilla como un zafiro. Cuando vuelan, hacen que el día sea más brillante." - dijo Tía Tati.

Gabe quedó maravillado. "- ¿Crees que alguna vez podré ver una Morfo?" - preguntó con curiosidad.

"- ¡Por supuesto! Y cuando las plantas crezcan, quizás vendrán a visitarte. Pero para eso, necesitamos ser pacientes." - afirmó ella mientras sonreía.

Los días pasaron y las plantas comenzaron a crecer. La videollamada se convirtió en parte de su rutina. Se reían, jugaban, y compartían cada pequeño avance. Pero un día, Gabe notó que algo extraño sucedía en su jardín.

"- Tía Tati, mis plantas están marchitas. Creo que están tristes..." - dijo Gabe preocupado.

"- No te preocupes, es normal que algunas plantas tengan altibajos. A veces necesitan un poco más de agua, o un poco de sol. Siempre recuerda cuidarlas con amor. ¿Qué tal si hacemos un juego?" - sugirió Tía Tati.

"- ¿Qué tipo de juego?" - preguntó Gabe, intrigado.

"- Vamos a hacer una competencia de riego. Cada uno tendrá que poner la cantidad de agua adecuada y al final, veremos quién tiene las plantas más felices en una semana!" - contestó Tía Tati, riendo.

"- ¡Desafío aceptado!" - dijo Gabe, listo para la competencia. Durante una semana, se dedicaron a cuidar sus jardines, riendo y compartiendo consejos, y al final, ambas plantas comenzaron a florecer.

Una semana después, se conectaron nuevamente. Tía Tati mostró sus plantas llenas de flores de colores.

"- ¡Mirá, Gabe! ¡Son hermosas!" - exclamó.

"- ¡Yo tengo algunas! ! ! No son tantas, pero están bien!" - respondió Gabe, con una mezcla de orgullo y felicidad.

"- ¡Esa es la actitud! Lo más importante es que has aprendido a cuidar de ellas. Cada planta tiene su propio tiempo para florecer, así como nosotros. Y lo hiciste desde lejos, ¡eso es mágico!" - afirmó Tía Tati.

Ambos celebraron sus logros y se dieron cuenta de que la distancia no importaba. Las mariposas, que tardaron un poco más para llegar, finalmente aparecieron en ambos jardines, como si supieran que sus cuidados habían dado frutos.

Cada mariposa que llegaba era un símbolo de su esfuerzo y amor, recordándoles que aunque estaban lejos, siempre estarían conectados.

"- Tía Tati, gracias por ser esa luz en mi vida. ¡Esto fue una gran aventura!" - dijo Gabe. Y Tía Tati le respondió, "- Siempre estaré aquí para soñar y crecer contigo, Gabe. Nunca olvides que la distancia no puede parar nuestra alegría. ¡Vamos a seguir construyendo más jardines juntos!"

FIN.

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