La Aventura de Gota y el Río Sucio



En un hermoso día soleado, una pequeña gota de agua llamada Gota se encontraba en una nube esponjosa, mirando hacia abajo y admirando el paisaje. Cada vez que veía el hermoso río brillar como un espejo, su corazón se llenaba de ilusión.

"¡Qué hermoso se ve el río!", exclamó Gota.

Decidida a conocer ese lugar tan encantador, Gota se deslizó por la nube y, al llegar al río, se lanzó al agua con un dulce 'plop'.

Sin embargo, al instante se dio cuenta de que algo no estaba bien. El río no solo era menos brillante de lo que pensaba, sino que también estaba lleno de basura y cosas extrañas que nunca había visto. Gota se sintió triste.

"¿Por qué el río está tan sucio?", preguntó mientras nadaba un poco más adelante.

En ese momento, conoció a un pez llamado Nado que nadaba cerca de la orilla.

"Hola, soy Nado. ¿De dónde eres?", preguntó el pez curioso.

"Soy Gota, vengo del cielo. Vine a conocer el río, pero está muy sucio", respondió Gota con un tono de preocupación.

"Es verdad... no siempre fue así. Antes el agua era clara y los peces podían jugar sin preocupación. Ahora, muchas cosas extrañas vienen a parar aquí", se lamentó Nado, moviendo su cola con fuerza.

Gota, lleno de energía, se sintió inspirada a ayudar.

"No hay tiempo que perder, ¿qué podemos hacer?"

"No sé... tal vez deberíamos hablar con el señor Río", sugirió Nado, apuntando en dirección a una gran roca que se alzaba en el agua.

Juntos nadaron hacia la roca, y allí encontraron al río personificado, un gran y sabio ser de agua clara. Al observar la situación, el señor Río suspiró.

"Queridos amigos, muchas criaturas están arrojando basura aquí. Es un problema muy grave. Pero los humanos, que viven en las ciudades, no saben cómo afecta esto a nuestro hogar", explicó con voz profunda y melodiosa.

Gota tuvo una idea.

"Si conseguimos que los humanos se den cuenta, tal vez puedan ayudar a limpiar el río", sugirió.

"¡Eso es! Pero, ¿cómo haremos que nos escuchen?", preguntó Nado, con preocupación.

"Ya sé. ¡Podemos hacer una señal! Las luces brillantes siempre llaman la atención!", dijo Gota, llena de entusiasmo.

Con esa idea en mente, Gota y Nado buscaron en el río. Juntos, comenzaron a juntar cosas que pudieran reflejar la luz del sol. Encontraron trozos de vidrio, botellas brillantes y hasta algunas chapas de metal. Mientras trabajaban, muchos animales se unieron a su causa, desde ranas hasta patos, todos querían ayudar a salvar su hogar.

Una vez que juntaron suficientes objetos brillantes, decidieron armar una gran figura en la orilla del río, formando una palabra con las cosas recolectadas: "¡AYUDA!". Todos se quedaron esperando que alguien lo viera.

Pasó el tiempo y ya empezaban a dudar si alguien se daría cuenta, cuando de repente, un grupo de niños llegó con sus familias a pasear. Los niños, al ver la figura brillante, gritaron emocionados.

"¡Miren eso!"

Los adultos se acercaron y su asombro creció al percibir la preocupación en el mensaje. Uno de los niños sonrió y dijo:

"¡Tenemos que ayudar! ¡El río necesita nosotros!"

Así, los niños empezaron a recoger la basura y llamaron a sus padres. Dentro de poco, varias familias se unieron para limpiar el río. Más tarde, Gota y Nado observaron agradecidos, mientras los humanos recolectaban la basura.

Con el tiempo y esfuerzo, el río comenzó a recuperar su belleza. Con cada bolsa de basura que se sacaba, Gota y Nado festejaban saltando de alegría.

Al final del día, cuando el sol comenzó a ponerse, el señor Río sonrió de felicidad.

"Gracias, amigos. Ahora será posible vivir en armonía nuevamente. No olviden: ¡todos deben cuidar de su hogar!"

Así, Gota y Nado le prometieron al señor Río que siempre lucharían por la limpieza y el cuidado del agua, y se convirtieron en los guardianes del río.

Desde ese día, todos los seres del río y los humanos aprendieron a trabajar juntos por un mismo objetivo: mantener el agua limpia y clara. Gota sonrió al saber que su pequeño esfuerzo había traído un gran cambio.

"Siempre se puede hacer algo, por más pequeño que sea", reflexionó mientras miraba las estrellas brillar sobre el río resplandeciente.

Y así, Gota y sus amigos siguieron la aventura, recordando que para cuidar de su hogar, a veces solo hace falta un poco de ingenio y mucho corazón.

FIN.

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