La Aventura de Gotita y la Brava Familia del Sol



Érase una vez en un pueblo soleado llamado Radiolandia, donde todos los días brillaba el sol y la vida era alegre. Sin embargo, un día, la tranquilidad del pueblo se vio interrumpida por una chica muy brava que siempre se enojaba a la menor provocación. Su nombre era Brava y era conocida por su carácter fuerte, así como por su gran corazón que, aunque no siempre mostraba, sí existía.

Un caluroso día, mientras Brava estaba sentada al borde del lago, se cruzó con Gotita, una pequeña gota de agua que caía de una nube al lado. Gotita tenía un brillo especial y siempre sonreía a quienes la rodeaban.

"Hola, Brava, ¿por qué estás tan enojada?" - preguntó Gotita con curiosidad.

"Porque nadie entiende lo difícil que es vivir aquí, siempre el mismo sol y nunca un lugar fresco donde descansar" - respondió Brava, cruzando los brazos.

Gotita se puso a pensar y decidió hacer algo. "¿Por qué no venís conmigo a explorar el bosque? Tal vez encontremos algo fresco y divertido que te haga sonreír."

Brava dudó al principio, pero la idea le parecía interesante. Así que juntas se adentraron en el bosque. Mientras caminaban, se encontraron con un grupo de pequeños animales muy hambrientos.

"¿Qué les pasa, amigos?" - preguntó Brava, viendo a los animales mirar triste a su alrededor.

"No tenemos nada para comer, y el sol nos está haciendo sentir muy cansados" - respondió un pequeño conejito.

Gotita, al escuchar esto, rápidamente tuvo una idea: "¡Podemos ayudarles! ¿Qué les parece si buscamos algo de comida y compartimos con ellos?"

Brava, a quien le gustaban las aventuras, se emocionó con la propuesta: "¡Sí! Vamos a encontrar algo rico para ellos!"

Así que, Brava y Gotita comenzaron a explorar el bosque en busca de frutas, mientras los animales las seguían contentos. Tras un rato, encontraron un árbol enorme lleno de deliciosas frutas.

"¡Miren cuántas hay!" - exclamó Brava. "Pongámonos a recolectar."

Mientras recogían las frutas, Gotita comenzó a caerse tras ellas, pero en lugar de enojarse, Brava la ayudó a levantarse. "Gotita, no te preocupes, estoy aquí para ayudarte, no quiero que te sientas mal por eso."

Cuando al fin hicieron una gran canasta de frutas, llenaron a los animales, quienes les dieron infinitas gracias. "¡Son las mejores amigas del mundo!" - gritaron los animales llenos de alegría.

Sin embargo, de repente, el sol comenzó a ponerse muy fuerte, e incluso los animales empezaron a quejarse de calor y sed.

"Ahora que ayudamos a nuestros amigos, necesitamos ayudar a Gotita" - dijo Brava. "¿Pero cómo podemos hacer que encuentre un lugar fresco?"

Justo en ese momento, Gotita comenzó a brillar aún más. "¿Sabes? Yo siempre puedo hacer pequeños charcos y ríos donde quiera. ¡Voy a crear un lugar fresco para todos!"

Y así, Gotita comenzó a caer con fuerza, creando pequeños charcos frescos alrededor del bosque.

"¡Esto es increíble!" - dijo Brava, disfrutando el frescor.

Juntos, hicieron un charco gigante donde los animales se refrescaron y jugaron. Al final del día, se sentaron todos a escuchar un cuento que Gotita les contó sobre la importancia de compartir y ayudar a los demás.

Brava, al ver lo felices que estaban los animales, comenzó a cambiar. "Quizás, ser brava no es lo único que puedo ser. También puedo ser amable y ayudar a los demás. Gracias, Gotita".

Desde aquel día, Brava aprendió a ser más paciente y a sonreír más a menudo. Gotita se convirtió en su mejor amiga y juntas vivieron muchas más aventuras, siempre manteniendo Radiolandia un lugar lleno de amor y alegría.

Y así, Brava, Gotita, y todos sus amigos, aprendieron que el despertar de un día soleado se tornaba aún mejor si se compartía con los demás. Cada uno, a su manera, se volvió un poco más cariñoso y comprensivo, y el Sol siempre brilló más para ellos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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