La Aventura de Ivo y Max en la Granja
Era una mañana soleada en la granja de Ivo, un niño lleno de energía y curiosidad. Su inseparable compañero, Max, un perro de orejas largas y hocico inquieto, lo seguía a todas partes. Hoy, Ivo tenía una misión especial: alimentar a los cerdos.
"¡Max, hoy les vamos a dar de comer a los cerdos!" - exclamó Ivo con alegría.
"¡Guau!" - ladró Max, moviendo su cola con entusiasmo.
Ivo y Max se dirigieron al establo. A lo lejos, se podía escuchar el sonido de los cerdos gruñendo, como si estuvieran esperando ansiosos su comida.
"Mirá cómo se mueven, parecen bailarinos en un escenario. ¿Crees que tienen hambre?" - dijo Ivo, sonriendo.
"¡Guau!" - respondió Max, dando pequeños saltos.
Al llegar a la zona del corral, Ivo llenó un balde con alimento especial: maíz, sobras de verduras y un poco de manzana picada. Mientras llevaba el balde, un viento fuerte sopló y, de repente, una hoja grande atrajo la atención de Max.
"¡Max, no te vayas!" - gritó Ivo mientras el perro corría tras la hoja voladora.
La hoja giró en el aire y se perdió entre los arbustos. Ivo rió por la travesura de su amigo, pero al mirar al corral, se dio cuenta de que los cerdos habían salido del corral mientras él estaba distraído.
"¡Oh no! ¿Dónde estarán?" - se preocupó Ivo.
Corrieron juntos para buscar a los cerdos. Ivo miró a su alrededor despavorido, pero pronto se dio cuenta de que podían estar en la colina cercana, donde había un estanque lleno de agua fresca.
"Vamos, Max. ¡A buscar!" - indicó Ivo, mientras corría colina arriba.
Al llegar, Ivo vio a los cerdos chapoteando en el estanque, disfrutando de un refrescante baño, ajenos a la situación. Se acercaron lentamente para no asustarlos.
"¡Mirá, Max! ¡Son felices, pero también tienen hambre!" - exclamó Ivo, consciente de su responsabilidad.
"¡Guau!" - ladró Max, como si entendiera lo que Ivo decía.
Ivo decidió que lo mejor era hacer ruido para llamar a los cerdos. Así que tomó una rama y comenzó a golpear suavemente una piedra, creando un ritmo divertido.
"Esto es como hacer música, Max. ¡Sumate!" - dijo Ivo.
"¡Guau, guau!" - ladró Max, emocionado, moviendo su cola al compás.
Los cerdos, al oír el ruido, comenzaron a acercarse, levantando sus hocicos curiosos. Ivo aprovechó la oportunidad y empezó a caminar de regreso al corral mientras seguía haciendo ruido.
"¡Vamos, chicos! ¡Es hora de la comida!" - animó Ivo.
Los cerdos lo siguieron, chapoteando en el barro, mientras Ivo y Max los guiarían de vuelta al lugar seguro. Una vez en el corral, Ivo vertió el alimento en el comedero, y los cerdos empezaron a comer con voracidad.
"¡Lo hicimos, Max!" - celebró Ivo, dando palmaditas en la cabeza de su perro.
"¡Guau!" - ladró Max, satisfecho.
De repente, un pequeño cerdito, más curioso que los demás, se acercó a Ivo y le dio un suave empujón con su hocico.
"¡Hola, amiguito!" - dijo Ivo "¿Quieres un poco de comida?"
Ivo decidió darle un poco de manzana de su mano. El cerdito lo miró con grandes ojos agradecidos y se la llevó feliz, mientras Ivo se reía.
"¡Mirá qué bien! A veces ayudarles transforma todo!" - le dijo Ivo a Max.
"¡Guau!" - ladró Max, avanzando para darle una lamida al cerdito.
Después de alimentar a los cerdos, Ivo comprendió algo importante. No solo se trataba de darles comida, sino también de cuidarlos y jugar con ellos.
"¿Qué te parece si le hacemos una pequeña pista de obstáculos al cerdito?" - le propuso a Max.
"¡Guau!" - ladró Max, emocionado.
Los dos amigos pasaron la tarde armando una pequeña pista con troncos y piedras. Los cerdos, intrigados, se unieron y comenzaron a jugar, saltando y correteando por el improvisado circuito. El cerdito que Ivo había alimentado, el más juguetón, se destacó en cada salto.
"¡Sos un campeón!" - aplaudió Ivo.
Finalmente, al caer el sol, Ivo y Max regresaron a casa cansados pero felices, habiendo aprendido que en la granja no solo se trata de alimentar a los animales, sino también de jugar y cuidar de ellos.
"Hoy fue un día genial, Max. ¡Qué aventuras podemos vivir juntos!" - dijo Ivo, sonriendo.
"¡Guau!" - ladró Max, llenando el aire con su felicidad, mientras caminaban hacia el atardecer, ya pensando en su próxima aventura.
FIN.