La Aventura de Javier y Florencia en el Jardín Mágico
Era un hermoso día en el jardín de Javier y su hermanita Florencia. El sol brillaba, las flores lucían más coloridas que nunca y una brisa suave acariciaba sus rostros.
- “¿Te imaginas que nuestro jardín sea un lugar mágico, Flor? ” - Dijo Javier mientras observaba a su hermanita que intentaba alcanzar una mariposa que revoloteaba cerca de sus pies.
Florencia rió con su risa contagiosa, sus ojos cafés brillaban llenos de curiosidad.
- “¡Mariposa, mariposa! ” - balbuceó, mientras intentaba seguir a la mariposa que danzaba entre las flores.
Javier sonrió mientras la miraba.
- “Veamos si podemos encontrar algo mágico en este jardín. ¡Vamos a buscar! ” - propuso, emocionado.
Los dos hermanos comenzaron a explorar cada rincón del jardín. Javier tenía una gran imaginación y le encantaba inventar historias. De repente, encontró algo extraño bajo un arbusto.
- “¡Mira, Flor! ¿Qué será esto? ” - exclamó mientras levantaba un pequeño objeto brillante. Era una piedra de color verde esmeralda que, al sol, destellaba como si estuviera viva.
Florencia, muy curiosa, se acercó.
- “¡Brilla, brilla! ” - dijo.
- “Vamos a descubrir su secreto juntos. Quizás sea la llave para entrar a un mundo mágico” - sugirió Javier.
Decididos a descubrir los misterios de la piedra, se sentaron en el césped.
- “Apuesto a que si la tocamos y hacemos un deseo, ¡se hará realidad! ” - dijo Javier, emocionado.
- “Deseo… ¡jugar! ” - dijo Flor, levantando los brazos.
Javier sostuvo la piedra en su mano, cerró los ojos y pensó en un deseo.
- “Quiero que tengamos una aventura increíble en un lugar mágico” - murmuró.
Cuando abrió los ojos, se encontraron rodeados de un paisaje que nunca habían visto. Árboles altísimos que parecían tocar el cielo, flores gigantes en colores que nunca habían imaginado y criaturas fantásticas corriendo por el lugar.
- “¡Mira, Flor! Estamos en un mundo mágico” - gritó Javier, lleno de asombro.
- “¡Mundo, mundo! ” - se emocionó Florencia, sin dejar de mirar a su alrededor.
Comenzaron a caminar y se encontraron con un grupo de pequeñas criaturas que parecían hadas.
- “¡Bienvenidos al Jardín de las Maravillas! ” - dijeron las hadas en coro, sonriendo.
Javier y Flor se miraron, sorprendidos y emocionados.
- “¿Podemos jugar con ustedes? ” - preguntó Javier.
- “Por supuesto, pero primero deben ayudarnos. Hay un dragón que ha perdido su risa, y sin eso, el Jardín de las Maravillas se apaga” - explicó la hada líder.
Javier se sintió valiente y decidido.
- “¡Nosotros les ayudaremos! ” - exclamó.
Así que, con las hadas guiándolos, se embarcaron en una misión para encontrar al dragón. El camino no fue fácil; cruzaron ríos de colores y treparon montañas de dulces.
- “¡Mira, Flor! Ese río es de chocolate. ¡Qué rico! ” - dijo Javier, mientras se contenía de no lanzarse a probarlo.
- “¡Chocolate, chocolate! ” - aplaudió Florencia, totalmente atrapada por la idea.
Finalmente, llegaron a una cueva oscura donde se encontraba el dragón.
- “¿Por qué no ríes, dragón? ” - preguntó Javier con voz suave.
El dragón suspiró.
- “He perdido mi risa. Sin ella, nada tiene sabor, ni siquiera el chocolate” - dijo el dragón, triste.
- “Yo tengo una idea” - dijo Javier. - “Flor, ¿puedes hacer tu risa más fuerte? ”
Florencia empezó a reír fuertemente, una risa sincera y llena de alegría. Poco a poco, el dragón comenzó a sonreír y, al escuchar la risa de Flor, una risa profunda y resonante comenzó a salir de su pecho. La cueva se llenó de luz y colores.
- “¡Eso es! ” - exclamó Javier. - “Tu risa ha regresado, dragón.”
El dragón, aliviado, sacudió su cabeza, enviando chispas de alegría por todo el jardín.
- “¡Gracias! Sin su risa, este lugar estaría perdido. Ustedes son verdaderos héroes” - dijo el dragón mientras sonreía por primera vez en mucho tiempo.
Las hadas celebraron, y el dragón, agradecido, les ofreció una aventura final: un paseo por el cielo montados en su lomo.
- “¿Listos para volar? ” - preguntó el dragón.
- “¡Sí! ” - gritaron Javier y Florencia al unísono.
Y así, se elevaron en el aire, disfrutando de una vista espectacular mientras las hadas danzaban alrededor de ellos. La risa de Flor, el valor de Javier y la magia del jardín unieron a los hermanos en una aventura que jamás olvidarían. Al regresar a su jardín, supieron que podían volver a visitar el Jardín de las Maravillas siempre que desearan con el corazón.
- “¡Fue increíble, Flor! ¿Ves? El poder de la risa y la imaginación siempre nos llevará a lugares mágicos” - dijo Javier mientras abrazaba a su hermanita.
- “¡Mágico, mágico! ” - repitió Florencia, con sus ojos brillando de felicidad.
Y así, los hermanos aprendieron que, cuando se juntan el amor, la risa y la valentía, pueden vivir aventuras asombrosas, incluso en su propio jardín.
FIN.