La Aventura de Jerónimo y Rebeca
Era un hermoso día en el barrio de Villa Alegría, donde vivían dos amigos inseparables: Jerónimo, un perro travieso de pelaje marrón, y Rebeca, una perra elegante con manchas blancas y negras. Un soleado sábado por la mañana, decidieron ir a la plaza a explorar.
"¡Vamos, Rebeca!", ladró Jerónimo con entusiasmo. "Hoy es un día perfecto para jugar en la plaza".
Rebeca asintió con su cola moviéndose de un lado a otro.
"Sí, Jerónimo. ¡No puedo esperar a correr tras los patos!".
Cuando llegaron a la plaza, encontraron muchos otros perros jugando y personas disfrutando del sol. Jerónimo y Rebeca se unieron a un grupo de perritos que corrían tras una pelota.
De repente, mientras todos jugaban felices, un pequeño pato salió de su estanque y comenzó a caminar por la plaza.
"¡Mirá, un pato!", dijo Rebeca sorprendida. "¡Debemos seguirlo!".
"¿Por qué no?", respondió Jerónimo, emocionado. Así que los dos amigos comenzaron a seguir al pato, que parecía tener un plan muy divertido. Pero el pato era muy rápido y pronto se metió entre la multitud.
"¡Espera!", ladró Jerónimo, pero ya era tarde. Se habían perdido el rastro del pato.
Rebeca, un poco desanimada, miró a su amigo.
"¿Qué haremos ahora?".
Jerónimo pensó por un momento.
"Vamos a preguntar a los otros perros si lo vieron. ¡Quizás ellos sepan a dónde fue!".
Así, comenzaron a preguntar a sus nuevos amigos perrunos. Algunos perros habían visto al pato ir hacia el parque cercano, así que decidieron seguir esa pista.
Cuando llegaron al parque, encontraron un espectáculo increíble: el pato estaba dirigiendo una pequeña carrera entre los animales. Todos estaban muy emocionados, y cuando vieron a Jerónimo y Rebeca se acercaron.
"¡Hola, chicos! ¡Únanse a nosotros!", ladró un perro dálmata que ya estaba participando.
Jerónimo y Rebeca miraron sus patas y sonrieron, contentos de ser parte de la diversión.
"¡Es una gran oportunidad!", dijo Jerónimo, lleno de energía.
Así que se unieron a la carrera. Rebeca, ágil y rápida, corría al lado de Jerónimo. Pero en medio de la carrera, Jerónimo se dio cuenta de que había un perro un poco más lento que quería participar, pero las aglomeraciones lo habían dejado atrás.
"¡Hey!", gritó Jerónimo al perro. "¡No te quedes atrás! ¡Ven con nosotros!".
El perro, un poco tímido, miró a Jerónimo y Rebeca y decidió unirse a ellos. Juntos, formaron un trío dinámico, y mientras corrían, animaban a otros perros a que se unieran a la diversión.
Al finalizar la carrera, el pato los felicitó y dijo:
"¡Bravo por todos! Gracias por hacer de esta una carrera muy especial".
Jerónimo sonrió orgulloso.
"Lo importante es participar y hacer nuevos amigos".
Rebeca agregó:
"Exacto. Todos podemos divertirnos juntos, sin importar la velocidad".
Mientras se retiraban, Jerónimo y Rebeca sentían que su día había sido muy especial.
"Vimos un pato, corrimos en una carrera, hicimos nuevos amigos... ¡Qué día perfecto!", exclamó Rebeca.
Jerónimo asentó con su cabeza.
"Y aprendimos que siempre podemos ayudar a otros a sentirse incluidos".
Finalmente, regresaron a casa, satisfechos y llenos de historias para contar. Con una nueva lección en su corazón, sabían que su amistad y su capacidad de disfrutar juntos era lo que hacía que cada aventura fuese inolvidable.
El día había sido largo y divertido, y mientras se acomodaban en sus áreas para dormir, ambos se sintieron agradecidos por su amistad y las nuevas experiencias. Y así, con la mirada en el horizonte, soñaron con sus próximas aventuras juntos.
FIN.