La Aventura de Jesús y sus Amigos en Laguna Prieta



En la pintoresca comunidad de Laguna Prieta, donde el sol parecía sonreír todos los días y los árboles cantaban con el viento, vivía un niño llamado Jesús. Era un niño alegre, lleno de energía y siempre dispuesto a compartir momentos divertidos con sus amigos. En ese rincón del mundo, los juegos tradicionales eran la vida y la esencia de cada jornada.

Las mañanas en Laguna Prieta comenzaban con un canto lejano de las aves y el aroma del campo fresco. Mientras las sombras se alargaban, Jesús reunía a sus amigos en la plaza del pueblo.

"¡Vengan, chicos! ¡Hoy vamos a jugar a la escondida!" - grita Jesús con su típica energía.

Sus amigos, Ana, Miguel, y Luis, corrían entusiasmados hacia él, listos para la aventura.

"¡Contá hasta veinte, Jesús!" - pide Ana, con una sonrisa brillante.

"¡Uno, dos, tres!" - empieza Jesús, cubriéndose los ojos con una mano, mientras los demás buscan el mejor escondite.

Los juegos de escondida eran solo el inicio, después de las risas, venía el juego del sapo, donde lanzaban fichas en un estanque de barro, riendo y aplaudiendo cada vez que una ficha caía en el lugar correcto. En Laguna Prieta, cada tarde era una fiesta de risas y camaradería.

Una tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse, Jesús tuvo una idea que haría que el día fuera aún más especial.

"¿Y si hacemos una competencia de juegos tradicionales?" - propuso mientras sus ojos brillaban de emoción.

"¡Sí! ¡Eso sería genial!" - exclamó Miguel.

"Podríamos invitar a todos del barrio para que participen" - agregó Luis entusiasmado.

Así fue como comenzaron a prepararse. Las noticias sobre la competencia se propagan como el rumor de un dulce secreto. Cada vez que alguien pasaba por la plaza, se enteraba de los planes de Jesús y sus amigos. El entusiasmo fue creciendo, y al día siguiente, la plaza estaba llena de colores, risas y una mezcla de alegría.

Cuando llegó el gran día, los chicos se prepararon para recibir a todos los participantes. Habían hecho carteles con las reglas de cada juego y decorado la plaza con flores de papel hechas a mano.

"¡Bienvenidos, amigos!" - dijo Jesús, con la voz llena de alegría. "Hoy vamos a jugar y divertirnos todos juntos."

Las competencias comenzaron con la carrera de sacos, siguió el juego del trompo, que llenaba el aire de competitividad, y la soga, donde todos tiraban con todas sus fuerzas. Con cada juego, las risas eran más fuertes y los aplausos más ruidosos.

Pero en medio de la diversión, ocurrió algo inesperado. A mitad del juego de la soga, un grupo de chicos que nunca se había unido se sintió un poco excluido.

"¿Por qué no participan?" - preguntó Ana viendo a los otros niños.

"No sabemos jugar, no tenemos soga", contestó uno de los niños, mirando al suelo con tristeza.

Jesús, al escuchar esto, tuvo un giro de pensamiento.

"Chicos, ¡no podemos dejar a nadie afuera!" - propuso. "Vamos a compartir la soga y enseñarles a jugar, así todos podemos divertirnos juntos".

Los amigos miraron a Jesús con admiración.

"Tenés razón. ¡Vamos a hacer más equipos!" - dijo Luis, que se sentía lleno de inspiración.

Y así, los chicos se dividieron en grupos. Pronto, toda la plaza se llenó de risas, no solo de los que ya eran amigos, sino también de aquellos que se unieron por primera vez.

El evento terminó con una gran celebración, donde Jesús, rodeado de nuevos amigos, entendió algo muy valioso.

"Lo más importante no es ganar, sino compartir momentos especiales con los demás" - reflexionó ante sus amigos, que asintieron emocionados.

Desde ese día, la plaza de Laguna Prieta no solo fue un lugar para jugar, sino un lugar donde cada niño podía sentirse incluido y disfrutar de la alegría de la amistad.

Jesús y sus amigos aprendieron que el cotumbrismo no solo se trata de juegos, sino de compartir, enseñar y unir corazones. Y así, la tradición de jugar juntos en Laguna Prieta se mantuvo viva, transmitiéndose de generación en generación, gracias al corazón generoso de un niño y su deseo de compartir.

Con cada nuevo día, Jesús y sus amigos seguían jugando, riendo y creando recuerdos que se anidarían profundamente en sus corazones. La comunidad de Laguna Prieta seguía vibrando con la fuerza del juego y el calor de la amistad, un verdadero homenaje al cotumbrismo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!