La Aventura de Josefina



Una sunny mañana en el barrio de Las Flores, Josefina se sentó en su jardín, con una pierna inmovilizada por una yeso blanco que le cubría hasta la rodilla. A pesar de que el sol brillaba y sus amigas jugaban a lo lejos, ella no podía unirse. Con un suspiro, miraba como sus amigas corrían y se reían, mientras que ella solo podía mover un poco su brazo.

"¿Qué puedo hacer para no sentirme tan aburrida?" - se preguntaba. De repente, se le ocurrió una idea. "¡Puedo contarles historias!" -.

De inmediato, mandó un mensaje a su grupo de amigas por el celular. "Chicas, tengo una idea: vengan a jugar a contar historias. Yo tengo una gran imaginación y no puedo jugar físicamente, pero sí con palabras".

A los pocos minutos, recibió respuestas entusiastas. "¡Genial, Josefina! Nos encantan las historias. Vamos para allá!" - contestaron Martu y Lu.

Cuando las chicas llegaron, Josefina ya había preparado un mantel y había llenado una caja con muñecos de todos los colores.

"¡Hola! Bienvenidas a mi mundo de historias" - dijo con una gran sonrisa. "Hoy, vamos a crear un cuento en conjunto. Cada una puede aportar algo".

Las niñas se sentaron alrededor de ella. El jardín se volvió un mágico espacio lleno de risas y creatividad. La primera en hablar fue Martu.

"Voy a empezar yo. Había una vez un dragón que vivía en una montaña muy alta".

"¡Oh, sí! Y el dragón no podía volar, porque tenía un ala rota" - agregó Lu.

Josefina se iluminó y continuó. "Entonces, el dragón decidió buscar un hada que lo ayudara a volar. Se fue a buscarla en su viaje, pero se encontró con una criatura muy extraña: un pez que caminaba por la tierra".

Las chicas soltaron carcajadas. La historia se iba tornando cada vez más divertida y creativa.

"¿Y qué hizo el pez?" - preguntó Lu, emocionada.

Josefina dijo: "El pez, que se llamaba Pepito, le dijo al dragón que él tenía un deseo para pedirle al hada".

"¿Cuál era su deseo?" - inquirió Martu.

"Que el agua del río no se secara nunca" - contestó Josefina. "Entonces, el dragón y el pez se unieron para ir juntos en su misión".

De repente, algo comenzó a suceder con un desenlace inesperado.

"¡Oh! En el camino, se encontraron con una serie de obstáculos: un charco enorme que había que cruzar. ¡Y el dragón, por su ala rota no podía!" - propuso Martu.

"¡Pero Pepito tuvo una idea brillante! Saltó con todas sus fuerzas y comenzó a cantar una canción mágica acerca de la amistad" - añadió Lu.

"Y, tal vez, la magia de su canción hizo que el charco se convirtiera en un puente de arcoíris para cruzar. ¡Así, ambos lograron seguir su camino!" - concluyó Josefina, llena de entusiasmo.

Las risas y la emoción aumentaban mientras las niñas seguían contribuyendo a la historia. Al final, el dragón logró volar, el pez siempre tuvo agua y se hicieron los mejores amigos.

Cuando terminaron, se miraron reciprocamente.

"¡Qué increíble fue! ” - exclamó Lu. - “No necesito estar corriendo para vivir una aventura, con tu mente se puede hacer todo".

Josefina sonrió. Había transformado su aburrimiento en creatividad y diversión.

"Nunca pensé que podría crear algo tan genial solo quedándome en casa" - dijo. La tarde se fue, pero las risas quedaron. Desde ese día, todos los viernes, Josefina organizó su "Cuento en el Jardín", y así, nunca más se sintió sola.

Y así, Josefina, aunque no podía correr, había encontrado un nuevo mundo lleno de aventuras, imaginando sin límites, mientras sus amigas la acompañaban.

La moraleja fue clara: no importa qué obstáculos tengamos, siempre hay maneras de encontrar alegría y crear magia con nuestra imaginación.

FIN.

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