La Aventura de Juan Camilo y Milena



Era un día soleado en el colegio medieval de San Justo. Los estudiantes estaban emocionados, pues ese día había un anuncio especial. Juan Camilo, un niño de cabello alborotado y espíritu inquieto, estaba conversando entusiasmado con su compañera Milena, una niña de grandes ojos curiosos y una sonrisa contagiosa.

-Juan Camilo, ¿qué creés que será la sorpresa que nos tienen preparada hoy? -preguntó Milena, haciendo suaves movimientos con su cabello largo y rubio.

-No tengo idea, pero espero que sea algo increíble. Tal vez un concurso de poesía o un torneo de caballeros -dijo Juan Camilo, imaginándose las aventuras que podrían vivir.

Justo en ese momento, la puerta del aula se abrió de golpe y entró el profesor de inglés, Carlos Andrés Minotta. Era un hombre alto, con barba y gafas, que siempre llevaba consigo un libro misterioso.

-Buenos días, estudiantes -dijo el profesor enérgicamente-. Hoy es un día muy especial, ya que vamos a emprender una aventura en el bosque que rodea nuestro colegio. n

La emoción llenó el aula, los estudiantes comenzaron a murmurar entre sí.

-¿Una aventura? -repitió Milena, sorprendida.- ¿Qué tenemos que hacer allí?

El profesor sonrió y les mostró el libro que llevaba.

-Es un antiguo libro de secretos. Se dice que en el bosque hay un árbol legendario que guarda un saber muy especial. -dijo Carlos Andrés-. Hoy, ustedes tendrán la misión de encontrar ese árbol y descubrir lo que tiene para enseñarles.

Juan Camilo y Milena se miraron con asombro. Sabían que esa era una oportunidad única.

-¡Vamos! -gritó Juan Camilo, mientras todos se preparaban para salir.

Al llegar al bosque, la luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un espectáculo de colores. El grupo comenzó a caminar, siguiendo las indicaciones del profesor.

-Tranquilos, estudiantes, hay que estar atentos -dijo Carlos Andrés-. Los caminos pueden ser engañosos.

Pronto, se encontraron con tres senderos.

-¿Por cuál debemos ir? -preguntó Juan Camilo, mirando a su alrededor.

-No lo sé, pero debemos hacer una elección sabia -respondió Milena.

Mientras los demás discutían, Juan Camilo recordó algo que había leído en un libro de aventuras: "La sabiduría no siempre se encuentra en el lugar que parece correcto".

-¿Y si tomamos el camino del medio? -sugirió.

-Esa puede ser una excelente idea -dijo Milena, asentando con la cabeza.

El grupo decidió seguir a Juan Camilo y comenzaron a avanzar por el camino del medio. Mientras caminaban, comenzaron a escuchar un murmullo suave.

-¿Escuchan eso? -preguntó Juan Camilo.

-Suena como si alguien estuviera hablando -respondió Milena.

Siguiendo el sonido, llegaron a un claro donde encontraron a un anciano, sentado bajo un árbol enorme, con un aire misterioso y sabio.

-Bienvenidos, jóvenes aventureros -dijo el anciano con una voz profunda.- Yo soy el Guardián del Conocimiento. Me alegra ver que han encontrado este lugar.

-¿Sabía que veníamos? -preguntó Juan Camilo, intrigado.

-No, pero he estado esperando que alguien con un verdadero deseo de aprender llegara aquí. -respondió el anciano sonriendo-. Si desean conocer el secreto de este árbol, deben responder a una pregunta.

-¡Estamos listos! -dijeron Juan Camilo y Milena al unísono.

-¿Cuál es la clave que abre las puertas del saber? -preguntó el anciano.

Juan Camilo frunció el ceño, pensando profundamente. Milena, que siempre había sido buena para ver las cosas desde diferentes ángulos, dijo:

-¡La curiosidad! Es lo que nos impulsa a buscar respuestas y a querer aprender más.

-Así es, pequeña -dijo el anciano con una sonrisa de aprobación-. La curiosidad es la llave.

De repente, el árbol comenzó a brillar con una luz dorada. El anciano les hizo una señal para acercarse.

-Tomen una hoja de este árbol. Su sabiduría los acompañará para siempre. -dijo, y todos los estudiantes se acercaron con respeto.

Cuando Juan Camilo y Milena tomaron una hoja, sintieron una corriente de energía recorrerles. Entonces, el anciano continuó:

-La curiosidad y el deseo de aprender son los mejores guías en la vida. Nunca dejen de preguntar y explorar. n

Con esas palabras resonando en sus corazones, el grupo agradeció al Guardián del Conocimiento y emprendió el camino de regreso al colegio, llevando consigo no solo la hoja mágica, sino también un profundo amor por el aprendizaje.

Desde aquel día, Juan Camilo y Milena se convirtieron en los mejores exploradores de saber, y siempre alentaron a sus compañeros a nunca dejar de ser curiosos. La aventura en el bosque se convirtió en una leyenda en el colegio de San Justo, y los estudiantes, inspirados por su valentía, comenzaron a buscar el conocimiento en cada rincón de su vida.

Y así, en cada lección y en cada aventura, recordaron siempre la importancia de la curiosidad y el aprendizaje.

FIN.

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