La Aventura de Juan Carlos, Lili y su Hermano Perdido



Era un hermoso día de sol en el parque. Juan Carlos y Lili estaban jugando a la pelota, riendo y disfrutando del calor del sol. La brisa suave acariciaba sus rostros mientras se pasaban la pelota de un lado a otro.

"¡Pasa la pelota, Lili!" - gritó Juan Carlos, corriendo hacia ella.

"¡Aquí viene!" - dijo Lili, lanzando la pelota con todas sus fuerzas.

De repente, en medio de la diversión, se dieron cuenta de que su hermano pequeño, Tomi, había desaparecido.

"¿Dónde está Tomi?" - preguntó Juan Carlos, mirando alrededor.

"¡Oh no! ¡No lo veo!" - exclamó Lili, comenzando a asustarse.

"No te preocupes, seguro lo encontramos", trató de tranquilizarlos Juan Carlos.

Ambos comenzaron a buscarlo, llamándolo a voz en cuello. Fue entonces cuando se detuvieron a observar que Tomi había estado jugando cerca de los árboles.

"¡Tomi! ¡Tomi!" - gritaron juntos.

Recorrieron el parque, revisando detrás de los bancos, entre las flores y alrededor del columpio, pero no había rastro de él.

"¿Y si se fue hasta el lago a ver los patos?" - sugirió Lili, algo más tranquila.

"Puede ser, vamos a chequear" - respondió Juan Carlos.

Caminaron hacia el lago, y al llegar se encontraron en un panorama encantador: patos nadando, gente riendo y niños jugando. Pero no había rastro de Tomi.

"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Lili, visiblemente preocupada.

"Podemos preguntar a la gente si lo han visto."

Se acercaron a un grupo de adultos que estaban sentados a la sombra de un árbol.

"¡Perdón! Disculpen, ¿han visto a un niño pequeño, llamado Tomi?" - preguntó Juan Carlos.

"Sí, creo que lo vi cerca del tobogán hace un ratito" - respondió una mujer.

Los chicos se miraron emocionados y corrieron hacia el tobogán. Al llegar, notaron que había un pequeño grupo de niños jugando, pero Tomi no estaba ahí.

"Puede que se haya ido a la zona de juegos" - dijo Lili, un poco decepcionada.

Decidieron dividirse.

"Yo voy a la zona de trepa y tú revisá el área de los resbaladizos, ¿te parece?" - sugirió Juan Carlos.

"¡Genial!" - respondió Lili.

Mientras buscaban, Juan Carlos se percató de que había algo extraño. Un niño estaba sentado solo, mirando hacia el suelo. Se le acercó.

"¡Hola! ¿Por qué estás solo?" - le preguntó.

"Es que me perdí de mis amigos..." - respondió el niño, algo triste.

Juan Carlos sonrió y dijo:

"No te preocupes, podemos buscar juntos. Yo estoy buscando a mi hermanito, Tomi. ¿Te gustaría ayudarnos?"

"¡Sí!" - respondió el niño emocionado.

Mientras tanto, Lili, que había ido a los columpios, miró alrededor y vio a un grupo de chicos jugando en el parque.

"¿Han visto a un niño llamado Tomi?" - preguntó.

"Sí, estaba jugando cerca de los arbustos de flores que están ahí" - respondió uno de ellos.

Lili corrió hacia los arbustos, esperanzada.

"¡Tomi!" - gritó.

"¡Lili!" - escuchó que le respondía desde el otro lado de los arbustos.

Cuando llegó, encontró a Tomi sentado en el suelo, rodeado de flores.

"¿Por qué no nos dijiste que te irías?" - preguntó Lili mientras lo abrazaba.

"Es que vi mariposas y quería verlas de cerca..." - dijo Tomi con una sonrisa.

Juan Carlos llegó corriendo justo en ese momento.

"¡Tomi! Pensamos que te habías perdido para siempre!" - exclamó.

"No, sólo estaba mirando mariposas. ¡Miren cuántas hay!" - exclamó Tomi, señalando a su alrededor.

Los tres se sentaron a observar las mariposas juntos. Lili y Juan Carlos le explicaron que no estaba bien alejarse sin avisar, y Tomi prometió que la próxima vez les diría adónde iba.

"Gracias por ayudarme a buscar a mi hermano" - dijo Juan Carlos al niño que había conocido.

"¡No hay problema! ¡Siempre es bueno tener amigos para ayudar!" - respondió el niño.

Finalmente, los tres se unieron a su nuevo amigo y todos jugaron juntos hasta que el sol se fue ocultando en el horizonte. Aprendieron no solo a cuidarse entre hermanos sino también a hacer nuevos amigos, y sobre todo, que la comunicación es muy importante.

Cuando se despidieron de su nuevo amigo, prometieron volver al día siguiente para jugar nuevamente.

Y así, la tarde se cerró no solo con nuevas aventuras sino también con una importante lección: la importancia de cuidar a los que amamos y la maravilla de compartir momentos con otros.

FIN.

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