La Aventura de Juan y su Hermano



En un pequeño barrio de Buenos Aires, había un niño llamado Juan, que siempre estaba lleno de energía y listo para la aventura. Su hermano, Lucas, era un poco mayor y, aunque lo quería mucho, a veces se metía en problemas. Un día, estaban jugando en el parque cercano a su casa.

"- ¡Vamos a jugar a las trompos!" propuso Juan emocionado.

"- Dale, pero primero tengo que mostrarte algo, mirá esto..." dijo Lucas mientras hacía unos trucos con su trompo. Pero, de repente, Lucas se emocionó tanto que empujó a Juan un poco más de lo que pretendía.

Juan perdió el equilibrio y, con un estruendo, ¡se cayó al suelo!"- ¡Ay!" gritó.

Al tocar el suelo, de manera mágica, Juan sintió un cosquilleo en su pancita y, de repente, volvió a levantarse.

"- ¡Juan! ¡Estás bien!" exclamó Lucas, sorprendido.

"- ¡Sí! ¡Es como si pudiera revivir!" respondió Juan con una sonrisa.

Emocionados, continuaron jugando. Pero, en un giro inesperado, Lucas, tratando de mostrar su habilidad, movió su trompo tan rápido que, sin querer, le dio un pequeño empujón a Juan otra vez.

"- ¡Cuidado!" gritó Juan, pero ya era tarde y otra vez, ¡se cayó! Esta vez, al caer, sintió una extraña sensación que lo hizo pensar que esta caer no sería como la primera.

"- ¡Juan! ¿Estás bien?" preguntó Lucas, preocupado.

"No estoy seguro..." respondió Juan.

Pero algo mágico pasó; Juan fue capaz de levantarse otra vez. Sin embargo, esta vez miró a Lucas con seriedad. "- Lucas, no podemos seguir así. ¿No te das cuenta de que necesitamos cuidar de nosotros mismos y de los demás?"

Lucas lo miró con los ojos llenos de culpa. "- No quise lastimarte, Juan. A veces me dejo llevar. Pero no quiero que te pase nada malo. Vamos a encontrar algo más seguro que hacer juntos.

"- ¿Y si hacemos una carrera en vez de empujarnos?" sugirió Juan.

"- ¡Esa es una gran idea!" respondió Lucas, aliviado.

Así, decidieron organizar una carrera divertida. Se hicieron unos pequeños trajes con cartones, marcaron una línea en el suelo y comenzaron a correr, riendo y disfrutando cada momento.

Pronto, otros niños del barrio se unieron a ellos, creando un gran evento en el parque. Todos aplaudían y animaban a Juan y Lucas, quienes aprenderían a disfrutar juntos sin herirse.

"- ¡Esto es mucho más divertido!" gritó Juan mientras corría.

Y desde ese día, los dos hermanos se hicieron cómplices de aventuras, creando un lazo más fuerte y aprendiendo a cuidar el uno del otro en cada juego.

"Siempre juntos, ¿verdad?" dijo Lucas.

"¡Siempre juntos!" respondió Juan, sonriendo con los ojos brillantes.

La historia de Juan y Lucas se volvió un referente en su barrio, donde todos aprendieron que cuidar de los demás es un aspecto fundamental para disfrutar de la vida.

FIN.

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