La Aventura de Julia y Juliana en la Playa
Era un lindo día de verano y Julia y Juliana estaban emocionadas por salir a la playa. Casi desde la mañana, habían estado planeando cómo sería su día, pero las ideas empezaron a chocar mientras imaginaban qué lugar de la playa sería el mejor.
"Yo creo que deberíamos ir a la playa de las piedras, ahí hay muchas conchitas para recoger!" - propuso Julia entusiasmada.
"Pero en la playa de las olas se puede nadar y hacer surf!" - argumentó Juliana, y su voz se llenó de energía.
A medida que la conversación se volvía más intensa, empezó a formarse una pequeña nube de tensión entre ellas. Estaban tan sumidas en su discusión, que no se dieron cuenta de que se acercaban a la orilla. De repente, un fuerte golpe de ola llegó y, sin previo aviso, Juliana tropezó en la arena.
"¡Ay!" - gritó mientras caía al agua.
Julia, que iba a su lado, soltó una risita al ver a Juliana mojarse completamente.
"¡Mirá, te mojaste hasta los huesos!" - dijo Julia entre risas.
"No es gracioso, Julia! Estoy empapada y me siento muy mal" - protestó Juliana, mientras se levantaba con la cara llena de enojo.
Julia, al ver la furia de su amiga, dejó de reírse y la miró preocupada.
"Lo siento, Juliana. No pretendía hacerte sentir mal. Solo pensaba en lo divertido que sería. ¿Pero no podemos dejar de lado la pelea por un segundo?"
Juliana cruzó los brazos mientras el agua caía de su pelo.
"Es que no me gusta cuando discutimos. Y ahora estoy empapada... ¡y todo por esta discusión!"
Al notar la angustia en su voz, Julia decidió hacer algo especial.
"¿Qué te parece si hacemos un trato, Juliana? Vamos a buscar el lugar perfecto juntas, y en el camino podemos recoger conchitas y jugar en el agua. ¡Quizás encontramos un lugar que tenga un poco de cada cosa!"
La propuesta pareció iluminar el rostro de Juliana.
"¡Eso sí suena divertido!" - respondió, y sonrió.
Juntas, comenzaron a caminar por la orilla, buscando el lugar ideal. Mientras avanzaban, Julia empezó a recoger conchitas y se las mostraba a Juliana. Algunas eran brillantes, otras tenían patrones extraños y algunas eran tan pequeñas que parecían gemas.
"Mirá esta, es como un corazón, ¡es la más bonita que he visto!" - gritó Julia.
"¡Qué hermosa! La podemos usar como collar de conchitas" - sugirió Juliana, olvidando por fin la discusión.
Pasaron horas divirtiéndose, riendo y jugando en el agua, olvidándose de la pelea. En un momento, mientras las olas rompían a su alrededor, se dieron cuenta de que el verdadero motivo por el que quería salir era disfrutar del tiempo juntas.
"El lugar no importa tanto, ¿no?" - dijo Julia mientras se tumbaba en la arena.
"Exacto. La aventura es mucho más divertida cuando estamos juntas", respondió Juliana, aún con algunas gotas de agua en su rostro.
Finalmente, encontraron un lugar perfecto: un pequeño rincón donde las olas eran suaves y había conchitas brillando en la arena.
"¡Aquí! Este lugar es mágico!" - exclamaron ambas al unísono.
Aprovecharon el sol, se divirtieron y compartieron historias, dejando atrás cualquier rencor de la mañana. Desde ese día, aprendieron que discutir no es lo ideal, y que lo más importante es cómo se sienten y se divierten juntas. La amistad es más fuerte que cualquier desacuerdo y siempre hay un lugar perfecto si estás con la persona indicada.
Y así, Julia y Juliana volvieron a casa con sus manos llenas de conchitas y sus corazones llenos de risas, listas para nuevas aventuras.
FIN.