La Aventura de la Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colibrí, una niña muy curiosa llamada Dina. Ella tenía un gran deseo de conocer el mundo y hacer nuevos amigos. Un día, mientras exploraba el bosque cercano, encontró una puerta mágica cubierta de brillos y estrellas.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Dina con emoción.
Decidida a descubrirlo, empujó la puerta y, para su sorpresa, se encontró en un lugar maravilloso lleno de criaturas extrañas y plantas brillantes.
"¡Hola!" - exclamó una pequeña criatura parecida a un conejo, pero con alas como las de una mariposa. "Soy Lila, ¿quién sos vos?"
"Hola, soy Dina. ¡Es un placer conocerte!" - respondió la niña con una sonrisa.
Lila estaba emocionada de conocer a Dina y decidió mostrarle su mundo. Juntas volaron sobre ríos de colores y prados de flores cantantes. Pero, pronto, se dieron cuenta de que el lugar también tenía problemas. Una sombra oscura cubría una parte del bosque, y las plantas allí habían empezado a marchitarse.
"¿Qué pasa aquí?" - preguntó Dina alarmada.
"Es el Dragón de la Melancolía. Se ha llevado la alegría de este lugar y ahora todo está triste" - respondió Lila con lágrimas en sus ojos.
Dina, movida por la determinación y la amistad que había formado con Lila, decidió que tenían que hacer algo.
"Vamos a buscar a ese dragón y devolverle la alegría a este lugar. Pero, ¿cómo lo haremos?" - dijo con valentía.
"Tal vez, si lo encontramos y le hablamos, podremos entender por qué está tan triste" - sugirió Lila.
Dina estuvo de acuerdo. Iniciaron una búsqueda a través del bosque, descubriendo criaturas amistosas que les dieron consejos y compartieron sus historias.
Un búho sabio, llamado Don Sabio, les dijo:
"El dragón vive en lo más alto de la montaña de la Soledad. Tienen que prepararse, no será fácil. Pero a veces, lo que más necesita alguien es un amigo que lo escuche".
Dina y Lila llegaron a la montaña y comenzaron a escalar. Al llegar a la cima, encontraron al dragón, con escamas grises y ojos llenos de tristeza.
"¿Por qué estás tan triste, Dragón?" - preguntó Dina con sinceridad.
"No tengo amigos. Siempre asusto a los demás con mi apariencia y nadie se acerca a mí" - respondió el dragón con un suspiro.
Dina y Lila se miraron.
"No debes tener miedo. Nosotras somos tus amigas y estamos aquí para ayudarte" - dijo Lila con ternura.
"Pero, soy tan grande y feo..." - respondió el dragón, agachando la cabeza.
"La belleza está en el corazón y tú puedes ser un gran amigo" - explicó Dina.
"Te prometo que no nos asustaremos, solo queremos que te unas a nosotros y traigamos alegría a tu hogar".
La mirada del dragón empezó a cambiar.
"¿De verdad ustedes quieren ser mis amigas?" - preguntó con esperanza.
"¡Por supuesto!" - dijeron juntas. Entonces, Dina tomó la mano de Lila y del dragón. Juntos, volvieron al bosque.
Con el tiempo, el dragón se convirtió en un protector del lugar. Sanó la tristeza con su magia y las plantas comenzaron a florecer nuevamente.
"Gracias, Dina y Lila. Me enseñaron el poder de la amistad" - dijo feliz el dragón, ahora lleno de color.
Dina sonrió, comprendiendo que a veces solo se necesita un poco de amor y valiente comprensión para ayudar a los demás. Desde ese día, el dragón se unió a jugar con las criaturas del bosque y se sintió por fin parte de una comunidad.
Dina regresó a su casa con el corazón lleno de alegría, sabiendo que la amistad puede cambiar el mundo.
"Nunca olvidaré esta aventura. La amistad es lo más importante" - murmuró mientras la puerta mágica desaparecía detrás de ella.
Y así, Dina continuó explorando el mundo, siempre buscando nuevas amistades y enseñando a otros el valor de ser valientes y compasivos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.