La Aventura de la Amistad
Había una vez en un lago brillante, en medio de la selva, un cocodrilo llamado Ciro. Ciro era un cocodrilo muy especial, pero a menudo sentía que no era lo suficientemente bueno. Siempre que intentaba competir con los otros animales, terminaba perdiendo. Ya sea en carreras, saltos o juegos, Ciro siempre quedaba en último lugar, lo que lo hacía sentir triste y con la autoestima por el suelo.
Un día, mientras Ciro estaba descansando en la orilla, su amigo el pez, llamado Pipo, nadaba alegremente junto a él.
"¡Hola, Ciro! ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Pipo, con sus aletas moviéndose de emoción.
"Hola, Pipo… no sé. Me siento derrotado. Siempre pierdo en todo. Nunca puedo ganar un juego y eso me hace sentir muy mal." - respondió Ciro con un suspiro.
Pipo, que era muy sabio pese a su pequeño tamaño, se aproximó a la orilla y dijo:
"Ciro, ganar no es lo más importante. Lo que realmente cuenta es disfrutar del juego y de la compañía de tus amigos. Vamos, ¡hagamos algo divertido juntos!"
Ciro miró a Pipo, intrigado.
"¿Y qué tenemos que hacer?"
"Vamos a hacer una carrera de relevos. Yo nadaré y tú correrás. Aún si no ganamos, seguro nos divertimos un montón."
Ciro se mostró dudoso, ya que tenía miedo de perder de nuevo, pero finalmente aceptó. Luego de arranjar una pequeña competencia con otros animales, se prepararon para la carrera.
Al iniciar la carrera, Ciro se sintió nervioso. Las ranas, los patos y otros animales comenzaron a correr, pero en lugar de angustiarse, recordó las palabras de Pipo. Se enfocó en su carrera y, mientras corría, se puso a pensar en lo divertido que era estar allí con todos sus amigos.
Cuando era el turno de Pipo, nadó rápidamente, pero al llegar a la mitad, un tronco flotante obstruyó su camino.
"¡Oh no, Pipo!" - gritó Ciro.
"¡No te preocupes, Ciro! ¡Sigue!" - alentó el pez mientras intentaba salir del tronco.
Ciro, viendo a su amigo atrapado, se sintió impulsado a ayudar y corrió hacia el agua. Usando su gran cuerpo, empujó el tronco con todas sus fuerzas.
"¡Eso es! ¡Ayúdame, Ciro!" - exclamó Pipo, ansioso.
Con esfuerzo, Ciro logró mover el tronco y liberar a Pipo. Sin embargo, ya era tarde para ganar la carrera.
"Lo siento, Pipo. Perdimos la carrera", - dijo Ciro desanimado.
"No, Ciro. ¡Lo importante es que te divertiste y me ayudaste!" - dijo Pipo sonriendo.
Ciro entonces comenzó a sentir que quizás no todo era perder o ganar. Se dio cuenta de que la verdadera victoria era ayudar a su amigo y disfrutar del momento juntos. Desde ese día, Ciro se sintió diferente. Empezó a jugar más y a disfrutar de cada momento, dejando de lado esa necesidad de ganar siempre.
Poco a poco, Ciro notó que, aunque no siempre ganaba, era más feliz. La autoestima que había perdido empezó a regresar.
Un día, el día de la gran competencia, el lago se llenó de animales emocionados. Esta vez, Ciro se sintió listo. Aunque había, en su mente, un pequeño temor de volver a perder, se centró en disfrutar. Al sonar la bocina, comenzó a correr y lo dio todo. Sorprendentemente, logró cruzar la meta entre los tres primeros.
"¡Lo lograste, Ciro!" - aullaron todos sus amigos.
"¡Eso fue increíble!"
Ciro estaba sorprendido. El verdadero triunfo había sido cambiar su perspectiva sobre la competencia, enfocándose en la diversión y el valor de la amistad. Esa fue la lección más valiosa que aprendió aquel día.
Desde entonces, Ciro y Pipo han vivido muchas aventuras, siempre recordando que lo más importante no es ganar, sino tener amigos que nos apoyen y disfrutar juntos de cada experiencia. Así, el lago no sólo fue un lugar de juegos, sino un lugar donde floreció una hermosa amistad.
FIN.