La Aventura de la Ardilla Perdida



Era un hermoso día en el bosque de Almeda. Los árboles se mecían suavemente con la brisa, y el canto de los pájaros llenaba el aire de alegría. Una pequeña ardilla llamada Lila estaba jugando entre las ramas más altas, saltando y recolectando nueces. Era muy curiosa y siempre quería explorar más allá de su hogar.

Un día, mientras buscaba nueces para su desayuno, Lila vio algo brillante entre los arbustos.

"¿Qué será eso?" - Se preguntó emocionada. Sin pensarlo dos veces, salió disparada hacia el brillo.

Al llegar, se dio cuenta de que era un pequeño espejo que reflejaba la luz del sol. Fascinada, Lila no se percató de que se había alejado mucho de su hogar. Al mirar su reflejo, pensaba en lo hermosa que era, pero al volver para indicar su descubrimiento a sus amigos, se dio cuenta de que ya no reconocía el camino.

"Oh no, estoy perdida" - exclamó Lila, asustada.

Comenzó a buscar entre los árboles conocidos, pero todo se veía diferente. Mientras tanto, su mejor amigo, un pájaro llamado Tito, volaba por el cielo.

"¡Lila! ¿Dónde estás?" - chilló Tito preocupado al ver que su amiga no estaba en su lugar habitual.

Decidido a ayudarla, comenzó a volar en círculos por el bosque, llamando su nombre.

"¡Tito! ¡Estoy aquí!" - gritó Lila, pero su voz se escuchaba débil y lejana.

Tito escuchó el eco de su llamada y voló en dirección al sonido. Finalmente, la encontró cerca de un pequeño arroyo, llorando.

"¡Lila! ¿Qué te pasó?" - preguntó Tito, aterrizando a su lado.

"Me perdí mientras exploraba, no puedo encontrar el camino de vuelta a casa" - respondió Lila, sollozando.

Tito, con su gran corazón, decidió ayudarla.

"No te preocupes, juntos podemos encontrar el camino. ¿Recuerdas algún lugar que te parezca familiar?" - sugirió Tito.

Lila pensó por un momento.

"¡Sí! Recuerdo el gran roble que tiene un agujero en el tronco, está cerca del camino a casa" - dijo Lila animada.

"Perfecto, sigamos esa dirección entonces" - dijo Tito, tomando la delantera.

Comenzaron su aventura juntos, y aunque en el camino se encontraron con algunos obstáculos, como un arbusto espinoso y un arroyo que debían cruzar, se ayudaron mutuamente.

"¡Ay! Me he pinchado una pata" - exclamó Lila al tropezar con las espinas.

"Déjame ayudarte, sé cómo pasar por aquí" - dijo Tito, guiando a Lila para que saltara justo en el lugar correcto.

Después de varios intentos y pequeños tropiezos, finalmente llegaron al gran roble.

"¡Mirá! Ahí está, ¡sabía que lo encontraríamos!" - gritó Lila con alegría.

Con esa señal, Lila recordó el camino de regreso a casa y con entusiasmo comenzó a correr.

"¡Gracias, Tito! No lo hubiera logrado sin vos" - exclamó Lila mientras llegaban a casa.

"Siempre estaré aquí para ayudarte, amiga. ¡Esa es la verdadera amistad!" - sonrió Tito.

De regreso a su hogar, Lila se sintió muy aliviada y agradecida. Aprendió que aunque a veces podemos sentirnos perdidos, siempre hay amigos dispuestos a ayudarnos y que juntos pueden superar cualquier obstáculo. A partir de ese día, Lila decidió que exploraría con más cuidado y, sobre todo, nunca se alejaría demasiado sin avisar a sus amigos. Y así, el bosque de Almeda volvió a ser un lugar lleno de risas y aventuras compartidas.

FIN.

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