La Aventura de la Basura



Era un caluroso día en el barrio de La Alegría, y Pepito y Lala estaban jugando en el parque. El sol brillaba intensamente, y la risa de los niños resonaba por todas partes. Pero en medio de su diversión, Pepito decidió compartir un curioso pensamiento.

"Lala, no me gusta botar la basura en el tacho. Me parece más divertido tirarla en el suelo, en la calle o en el parque" - dijo Pepito con una mueca de desagrado.

Lala, que siempre había sido muy consciente de cuidar el medio ambiente, se quedó atónita escuchando eso.

"Pepito, eso no es divertido. Cuando tiras basura en cualquier parte, lastimás a la naturaleza y haces que el lugar se vea feo" - respondió Lala con seriedad.

Pepito frunció el ceño y respondió:

"Pero nadie se da cuenta, y la basura se mezcla con todo. Además, ¿qué importa?"

Lala suspiró, sabiendo que Pepito no entendía las consecuencias de sus acciones. Entonces, tuvo una idea brillante.

"¿Y si hacemos una aventura? Vamos a ver qué pasa si dejás la basura fuera del tacho, y luego lo conversamos" - propuso Lala, sonriendo de manera intrigante.

Pepito, emocionado por la idea, asintió y juntos decidieron llevar a cabo su plan. Pepito dejó algunos envoltorios y residuos de comida en el suelo del parque. Al principio, todo parecía estar bien, pero pronto se dieron cuenta de que algo no andaba como debería.

Unos minutos más tarde, un grupo de patos se acercó al lugar, curioseando los restos de comida. Sin embargo, uno de ellos se enredó en un trozo de plástico y empezó a hacer ruidos de angustia.

"¡Mirá, Pepito!" - gritó Lala con preocupación. "Ese pato necesita ayuda, y es por nuestra culpa. La basura no pertenece aquí".

Pepito sintió un nudo en el estómago y, rápidamente, se acercó al pato para intentar ayudarlo. Lala, junto a él, le mostró cómo liberar al pequeño animal con cuidado.

"¡Buena intención, Pepito! Pero la próxima vez, pensemos mejor en donde tiramos la basura para que esto no vuelva a pasar" - comentó Lala, aliviada una vez que el pato estuvo libre.

Peor aún, cuando miraron a su alrededor, notaron que más animales y hasta algunas personas estaban mirando la basura esparcida por el suelo.

"Pepito, esto no es un lindo lugar para jugar. La basura arruina la belleza de nuestro parque y puede hacerle daño a los animales" - explicó Lala, apuntando con un dedo a la fealdad que habían provocado.

Pepito sintió un remordimiento y decidió hacerse responsable.

"Tienes razón, Lala. No me había dado cuenta de lo que había hecho. Vamos a recogerlo todo juntos" - dijo con determinación.

Ambos comenzaron a recoger cada envoltorio y cada trozo de basura. Poco a poco, más niños del parque se unieron y junto a ellos empezaron a recoger todo lo que estaba en el suelo. Pronto, el parque volvió a brillar bajo el sol.

"¡Qué lindo se ve ahora!" - exclamó Pepito, mientras miraba a su alrededor.

"Sí, porque todos pusimos un poco de esfuerzo. Sólo tenemos que recordar que la basura va en el tacho y no en el suelo" - finalizó Lala, sonriendo.

A partir de ese día, Pepito se volvió el mayor defensor de cuidar el medio ambiente. No sólo aprendió a botar la basura donde debía, sino que también ayudó a organizar semanas de limpieza en el parque, donde todos los niños del barrio podían participar.

La aventura de Pepito y Lala se convirtió en una historia que todos contaban, recordando que siempre era mejor cuidar de la naturaleza que jugar con ella.

FIN.

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