La Aventura de la Berenjena Princesa y el Mono Malvado
En un bonito bosque, donde los árboles eran altos y las flores bailaban con el viento, vivía una Berenjena Princesa. Era conocida por su dulzura y por ayudar a todos los habitantes del bosque. Pero en este bosque también había un Mono travieso que siempre estaba buscando formas de hacer travesuras y causar problemas. A este Mono le encantaban las mazorcas de maíz y los bananos, pero un día se topó con una mazorca envenenada escondida entre los arbustos.
Mientras el Mono, con su cola enarbolada y sus ojos juguetones, se acercaba a la mazorca, comenzó a hablar solo:
"¡Qué rica se ve esta mazorca! Seguro que, si la como, tendré más energía para seguir haciendo travesuras!"
Sin pensar en las consecuencias, el Mono se chupó los dedos y devoró la mazorca envenenada. A los pocos minutos, sintió un extraño mareo y se dio cuenta de que había cometido un gran error.
"¡Ay, qué mal me siento! ¿Qué habré comido?" -exclamó, tambaleándose.
La Berenjena Princesa, que vivía cerca y había escuchado al Mono, decidió ir a ayudarlo.
"Hola, querido Mono. ¿Qué te pasa? Te veo muy mal."
"Comí algo que no debía, Berenjena Princesa. Me siento mareado."
La Berenjena, llena de compasión, se acercó y pensó en la mejor manera de ayudarlo.
"Primero, tenemos que encontrar algo que te ayude a sentirte mejor. Acompáñame a la Casa de las Frutas. Allí hay frutas saludables que seguro te repondrán."
El Mono, aunque estaba débil, aceptó la ayuda de la Berenjena. Así que comenzaron su camino. Pero en el camino, se encontraron con una tortuga anciana que parecía saber mucho sobre el bosque.
"¡Oh, Tortuga! ¿No sabes cómo podemos ayudar a este Mono?" -preguntó la Berenjena.
"Sí, debo advertirles que lo que comió el Mono no solo le hará daño a él, sino que si insulto a la Naturaleza o a los demás fructíferos, podría causar serios problemas en el bosque. Deben encontrar la Fruta Mágica del Maravilloso Bosque. Solo ella puede deshacer el efecto del veneno."
El Mono, aún sintiéndose mareado, se preocupó al escuchar eso.
"Oh no, ¿perderé mi hogar por ser imprudente? Hice mal al comer algo que no conocía..."
La Berenjena Princesa le dio una palmadita en el brazo, tratando de reconfortarlo.
"No te preocupes, amigo. Juntos encontraremos la Fruta Mágica. Y esta será una lección para ti sobre cuidar lo que comes."
Así que la Berenjena y el Mono, guiados por la Tortuga, se adentraron en el corazón del bosque, donde habían oído que crecía la Fruta Mágica. Después de varias aventuras; enfrentaron riachuelos, conocieron a un pajarito que les explicó la importancia de los alimentos sanos y hasta ayudaron a un erizo que se había atorado en un arbusto con espinas.
Finalmente, llegaron al lugar donde la Fruta Mágica brillaba con un color radiante. Era de un amarillo brillante, con un aroma fresco y dulce.
"¡Ahí está!" -gritó el Mono"Eso es lo que necesito."
Pero, cuando estaban a punto de tomarla, apareció un pequeño dragón que les dijo:
"¿Por qué quieren la Fruta Mágica? Cada bocado de ella debe ser apreciado y tomado con respeto. Primero, deben aprender a cuidar bien lo que tienen en el bosque."
La Berenjena reflexionó y la miró al Mono.
"Tienes razón, Dragón. Mono, debemos comprometernos a ser más cuidadosos. No solo debemos comer lo que sabemos que es bueno, también cuidar nuestro hogar."
El Mono asintió, sintiendo que había aprendido una gran lección.
"Sí, prometo cuidar mejor de mí y de nuestro bosque. Haremos de este lugar un lugar mejor."
El dragón sonrió, y en su alegría, decidió permitirles tomar la Fruta Mágica.
"Bien hecho. Ahora tomen un pedazo y disfruten, recordando siempre las responsabilidades que vienen con las elecciones que hacemos."
Después de comer la Fruta Mágica, el Mono se sintió mejor al instante. Sin embargo, también prometió a la Berenjena y al dragón cuidar del bosque y compartir la importancia de comer saludablemente con todos los demás.
Y así, la Berenjena hizo un nuevo amigo, y el Mono aprendió que la diversión no tenía que ser a expensas de lo que consumía. Juntos, trabajaron para hacer del bosque un lugar más seguro y feliz para todos. Y, desde entonces, el Mono nunca volvió a comer algo sin conocerlo primero.
Desde aquel día, el bosque brilló más que nunca, lleno de frutas saludables y amistades duraderas, gracias a las aventuras de la Berenjena Princesa y el Mono malvado que aprendió a ser bueno.
FIN.