La Aventura de la Cartera Perdida



Era un día soleado en el barrio, y Nico, un niño muy travieso y aventurero, disfrutaba de su tiempo libre en el parque. Mientras saltaba de un lado a otro, algo brillante llamó su atención entre las hojas. Se acercó y, para su sorpresa, encontró una cartera color negra.

"¡Qué suerte!", pensó Nico mientras abría la cartera con curiosidad. Al asomarse, vio que tenía un montón de cosas dentro: tarjetas, un poco de dinero y una foto de una señora con un gato. "Parece que alguien la ha perdido y debe estar muy preocupada", murmuró Nico.

Con la cartera en la mano, se dio cuenta de que su misión del día había cambiado. Ya no jugaría más, ahora tenía que encontrar al dueño. "¿Cómo puedo devolverla si no sé quién es?", se preguntó mientras miraba a su alrededor.

Decidido a resolver el misterio, salió del parque y se dirigió a la casa de su amiga Luz, que siempre tenía buenas ideas.

"Luz, ¡mirá lo que encontré!", exclamó Nico mostrándole la cartera.

"¡Es genial! Pero, ¿cómo vamos a encontrar a su dueña?", respondió Luz, intrigada.

"Podríamos preguntar en la tienda de la esquina. A lo mejor alguien la ha visto antes", sugirió Nico con entusiasmo.

Ambos amigos se dirigieron rápidamente hacia la tienda. Al entrar, el dueño, el señor Juan, los miró con curiosidad.

"Hola, chicos, ¿qué traen?", preguntó el señor Juan.

"Señor Juan, encontramos esta cartera en el parque. Queremos devolverla a su dueña, pero no sabemos quién es", explicó Nico.

"Muy bien, déjenme ver", dijo el señor Juan mientras inspeccionaba la cartera. "Hmm, si hay una foto aquí, quizás podemos identificar a la dueña".

"¡Es verdad!", exclamó Luz. "Vamos a preguntar por la foto en el barrio".

El señor Juan tomó la foto y dijo: "Conozco a esta señora. Ella vive en la casa de la esquina, junto al árbol más grande".

"¡Vamos!", dijo Nico emocionado.

Tomaron la dirección y corrieron hacia la casa. Al llegar, vieron a una señora regando sus plantas.

"¡Señora! ¿Perdió usted una cartera? Estamos tratando de devolverla", gritó Luz.

La señora, al escuchar eso, se volvió rápidamente con los ojos llenos de expectación.

"¡Sí! ¡Mi cartera! La había dado por perdida. ¿Tienen algo de mi cartera?", preguntó la señora, ansiosa.

"¡Sí! La tenemos aquí!", dijo Nico mientras sacaba la cartera de su mochila, su rostro brillando de alegría.

La señora sonrió, su rostro se iluminó y dijo: "¡No saben cuánto agradezco que la hayan encontrado! Pensé que nunca volvería a verla". Al recibirla, comenzó a revisar su contenido y, mientras lo hacía, exclamó: "Eran mis ahorros para comprar un regalo para mi gata, que está cumpliendo años".

Nico y Luz miraron a la señora con curiosidad.

"Me parece que su gata merece algo muy especial", dijo Nico.

"Ustedes son dos chicos muy buenos. ¿Quieren ayudarme a elegir un regalo para mi gata?", preguntó la señora, sonriendo.

"¡Sí!" contestaron los dos al unísono.

La señora invitó a Nico y Luz a acompañarla a la tienda de mascotas. Allí, eligieron un juguete, golosinas y un collar brillante. Mientras tanto, la señora les contaba anécdotas divertidas sobre su gata.

"¡Mi gata es muy traviesa! A veces se esconde en los lugares más extraños", les contaba la señora entre risas.

Tras elegir el regalo, la señora les agradeció con un abrazo y un montón de sonrisas. Como símbolo de gratitud, les ofreció un par de galletitas que había horneado ese mismo día.

"Estas galletas son de chocolate, mis preferidas", les dijo mientras les ofrecía una a cada uno.

"¡Gracias!", exclamó Nico, sorprendido y feliz.

"Recuerden, chicos, siempre es bueno ayudar a los demás. Hicieron una excelente acción al devolver mi cartera", les dijo la señora con una mirada sabia.

De vuelta en casa, Nico y Luz estaban llenos de alegría. No solo habían hecho lo correcto al devolver la cartera, sino que también habían adquirido una nueva amiga y aprendido una valiosa lección sobre la bondad y la generosidad.

"La próxima vez que encuentre algo, ya sé qué hacer", dijo Nico, sonriendo mientras miraba la galletita en su mano.

Y así, a pesar de sus travesuras, Nico aprendió que hay aventuras aún más emocionantes que simplemente jugar: ayudar a otros y hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!