La Aventura de la Cena en Casa



Era una tarde gris en Buenos Aires cuando Lucia y su hermano, Tomi, se quedaron solos en casa. Sus padres salieron a hacer unas compras y les dijeron que volverían más tarde. Lucia, que tenía diez años, era muy responsable, mientras que Tomi, de ocho, era un poco travieso y siempre estaba buscando una forma de divertirse.

"¿Qué hacemos para cenar?" - preguntó Lucia mientras miraba el reloj.

"No lo sé, ¿tenemos algo en el freezer?" - contestó Tomi, intentando recordar lo que había en la heladera.

Después de revisar, encontraron un paquete de milanesas y algunas verduras que parecían haber visto días mejores.

"Podemos hacer milanesas, pero necesitamos también una ensalada. ¿Te animás a ayudarme a pelar las verduras?" - sugirió Lucia.

"¡Sí! Pero primero voy a hacer un experimento con la harina..." - dijo Tomi con una sonrisa traviesa.

Lucia levantó una ceja. Sabía que los experimentos de Tomi rara vez terminaron bien, pero decidió darle una oportunidad.

"Está bien. Pero primero vemos un tutorial en internet para hacer las milanesas. Después hacemos el experimento."

Los dos se sentaron juntos frente a la computadora y siguieron los pasos. Lucia se encargó de la carne mientras que Tomi mezclaba la harina con un poco de agua.

"Esto va a estar delicioso. " - exclamó Lucia mientras pasaba la milanesas por el huevo.

"¡Mirá mi mezcla!" - dijo Tomi, agitándola emocionado. Fue en ese momento cuando la harina comenzó a salirse del tazón y una nube blanca cubrió la mesa.

"¡Tomi!" - gritó Lucia entre risas, intentando limpiar el desastre.

"Lo siento, no lo hice a propósito. Era para que la harina fuera más mágica. " - se justificó Tomi entre risitas.

Ambos comenzaron a reírse, olvidando el desorden momentáneamente. Terminaron de cocinar y pusieron la mesa, pero aun tenían que pensar en una actividad divertida para después de la cena.

"¿Qué hacemos después de comer?" - preguntó Lucia mientras servía la ensalada.

"Podemos jugar a las escondidas, ¡o contar historias de miedo!" - sugirió Tomi, sus ojos brillaban de emoción.

"Pero a la noche da miedo. ¿No preferís algo más tranquilo?" - contestó Lucia.

"Vale, pero solo si encontramos una historia increíble. Y prometemos que después jugamos a las escondidas hasta que uno de nosotros encuentre al otro."

Después de una cena con risas y juegos, decidieron leer un libro juntos. Lucia eligió uno sobre un dragón que ayudaba a un príncipe a encontrar su camino a casa. La historia era emocionante y ambos se sumergieron en la aventura mientras la lluvia comenzaba a caer en el exterior.

"Me encanta este dragón, es tan valiente. ¿Crees que podríamos tener uno?" - preguntó Tomi, envuelto en la trama.

"Tal vez, pero tendríamos que encontrar un lugar para que duerma. ¿Y qué come?" - respondió Lucia riendo.

La lluvia siguió hasta que el libro terminó. La noche había llegado y su casa se sentía un poco más oscura.

"¿Y ahora?" - preguntó Tomi, un poco asustado.

"Vamos a dormir. Pero haremos una ronda de cuentos de miedo, ¡yo empiezo!" - dijo Lucia tratando de levantar el ánimo.

Así que se acomodaron en la sala, bajo una manta. Lucia comenzó con un cuento sobre una casa embrujada, y Tomi lo complementó con su propia historia acerca de un fantasma que adoraba bailar. Las risas llenaron la habitación, disipando cualquier miedo.

Finalmente, cuando ya estaban cansados, decidieron irse a su habitación.

"Fue una noche divertida, ¿no?" - preguntó Lucia mientras se acomodaban.

"Sí, y aunque no pensé que podría estar tan bien quedando solo con vos, me gustó." - respondió Tomi con una sonrisa.

Y así, los hermanos se quedaron dormidos, cada uno soñando con dragones, príncipes y danzas de fantasmas. No solo habían sobrevivido a la noche de estar solos, sino que también habían creado recuerdos que llevarían en sus corazones para siempre. Esta experiencia les enseñó invaluablemente sobre la colaboración y la creatividad, reforzando el vínculo que compartían.

Desde entonces, cada vez que sus padres se ausentaban, sabían que juntos siempre podrían afrontar cualquier aventura, ya fuera en la cocina o en sus sueños.

FIN.

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