La Aventura de la Clase 604
Había una vez, en una escuela de Buenos Aires, un grupo de compañeros de 604 que se llamaban a sí mismos 'Los Traviesos'. Siempre corrían de un lado a otro, hacían travesuras y reían sin parar. Aunque eran muy amigos, sus docentes se preocupaban porque nunca prestaban atención en clase.
Un día, la maestra Ana decidió que debía hacer algo para ayudar a sus alumnos. Reunió a toda la clase y les dijo: "Chicos, sé que son muy divertidos, pero necesitamos cambiar un poco. ¿Qué les parece si hacemos un trato? Si logran comportarse bien durante una semana, haremos una fiesta sorpresa".
Todos los chicos se miraron y, entusiasmados, gritaron: "¡Sí! ¡Queremos la fiesta!".
Durante los siguientes días, Los Traviesos decidieron poner a prueba su compromiso. A la mañana siguiente, Ignacio, el más travieso de la clase, dijo: "Bueno, si queremos la fiesta, tenemos que hacerlo. Empecemos a prestar atención".
Así lo hicieron. César organizó un sistema de puntos para ver quién hacía más cosas buenas en clase. "Cada vez que alguien levante la mano, o que no hable durante la explicación, le daremos un punto". Todos estuvieron de acuerdo e iniciaron su misión, aunque al principio fue difícil y se resistían un poco a las reglas.
Sin embargo, con la ayuda de sus papitos, los chicos comenzaron a comprender la importancia de aprender y respetar. Carlos le preguntó a su papá: "¿Por qué es tan importante que prestemos atención en clase?". Su papá respondió: "Es la forma en que acumulamos conocimientos, Carlos. Entre más aprendemos, más grandes y fuertes seremos, como un árbol que crece con raíces sanas".
Y así, cada vez que alguno de ellos no podía resistir las ganas de hacer ruido, se acordaba de las palabras de sus padres. Pasó una semana y estaban emocionados cuando la maestra Ana anunció: "¡Felicitaciones, chicos! Han cumplido con el trato. ¡Haremos la fiesta!".
Pero la alegría no duró mucho. Ignacio, que se había emocionado por el éxito, empezó a pensar en hacer una gran travesura para 'celebrar' la fiesta: "¿Y si llenamos la sala de globos? Sería increíble". Todos aplaudieron la idea, pero la maestra Ana se preocupó: "Chicos, no podemos. Necesitamos que el aula esté ordenada para la fiesta".
Ignacio no se dio por vencido y pensó en otra travesura, que consistía en poner confeti por toda la sala. Sin embargo, un día, mientras estaba preparando todo, su mejor amiga, Lucrecia, se acercó y le dijo: "Ignacio, ¿realmente queremos arruinar lo que tanto hemos trabajado? Es nuestra fiesta, no un lío".
Eso hizo que Ignacio se detuviera a pensar. "Es verdad, Lucrecia. Hemos hecho tanto esfuerzo. Quizás deberíamos buscar una forma de celebrar que no eche a perder lo que logramos".
Entonces, buscaron lo que podían hacer juntos. Hablaron con la maestra Ana y decidieron organizar actividades divertidas y juegos en la fiesta. "Vamos a hacer un concurso de disfraces, y cada uno puede asombrar a los demás con algo lindo". Todos aceptaron la idea y empezaron a prepararse con entusiasmo.
El día de la fiesta llegó, y el aula estaba decorada con globos y serpentinas. Todos los chicos se divirtieron tanto, jugando y aprendiendo, que ni se dieron cuenta de que estaban celebrando su esfuerzo. La maestra Ana les dijo al final: "Chicos, hoy no solo celebramos una fiesta, sino el maravilloso cambio que han logrado. Ustedes pueden ser tan traviesos como deseen, pero siempre, siempre con respeto y cuidado".
Con las sonrisas y el brillo en sus ojos, Los Traviesos comprendieron que habían crecido juntos, no solo como compañeros, sino como verdaderos amigos. Desde ese día, nunca dejaron de jugar, correr y hacer travesuras, pero ahora también sabían cómo ser responsables y cuidar de su aprendizaje. Y así, la clase 604 se convirtió en un grupo de amigos que, aunque traviesos, siempre trabajaron en equipo para aprender, reír y ser felices.
FIN.