La aventura de la coma



Había una vez en un lugar muy lejano, un pequeño pueblo llamado Puntocomarca, donde todas las palabras vivían felices en armonía. Los puntos, las comas, los signos de interrogación y de exclamación convivían juntos, respetándose y valorando la importancia de cada uno en la escritura. En este pueblo, las comas eran las más respetadas, ya que ayudaban a dar pausas y claridad en las oraciones.

Un día, la coma más joven y traviesa, llamada Comita, decidió explorar más allá de los límites de Puntocomarca. Se adentró en el espeso bosque de las palabras, donde se encontró con un punto muy serio llamado Puntito, quien le advirtió sobre los peligros que podía encontrar fuera del pueblo. Sin embargo, Comita, llena de curiosidad, decidió seguir adelante y explorar el mundo de las oraciones fuera de su hogar.

Mientras tanto, en la escuela de Puntocomarca, los niños y niñas practicaban la escritura y la importancia de la coma. La maestra, la Señorita Párrafo, les enseñaba lo fundamental que era respetar a la coma y utilizarla correctamente para que las oraciones tuvieran sentido.

De repente, en medio de una lección sobre oraciones compuestas, la Señorita Párrafo se detuvo al escuchar un alboroto afuera. Al asomarse, vio a los niños y niñas emocionados rodeando a Comita, quien había regresado de su aventura con historias increíbles sobre su travesía. La Señorita Párrafo les pidió a todos que escucharan con respeto a Comita, recordándoles la importancia de valorar las experiencias de los demás.

Comita les contó sobre el encuentro con Puntito, la valiosa lección que había aprendido y la importancia de respetar las normas de escritura. Los niños y niñas asintieron con atención, comprendiendo la importancia del respeto y la valoración de las reglas en el mundo de las palabras. Desde ese día, Comita se convirtió en un ejemplo de respeto y valentía para todos en Puntocomarca.

Y así, en el pueblo de Puntocomarca, la coma Comita enseñó a todos que la aventura y la curiosidad son importantes, pero siempre respetando las reglas y valorando las enseñanzas de los demás. Desde entonces, en la escuela y en todo el pueblo, el respeto hacia la coma y todas las palabras se mantuvo para siempre.

Y colorín colorado, este cuento de la coma y el respeto ha terminado. Pero recuerda, en cada oración, respeta a la coma, ¡porque sin ella, todo sería un caos de palabras!

FIN.

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