La Aventura de la Culebra Lluvia



Era un hermoso día en la selva de Sabana, donde todos los animales vivían en armonía. Atpana, un pequeño gato montés, era conocido por su curiosidad y su deseo de explorar todo lo que lo rodeaba. Su mejor amigo, Waliru, era una culebra de lluvia que siempre se deslizaba suavemente por los senderos, iluminando la senda con su brillo especial.

Un día, mientras exploraban un nuevo rincón de la selva, Atpana se detuvo en seco.

"¡Mirá, Waliru! ¡Hay algo brillando entre los arbustos!"

Waliru, que era bastante escurridizo y se movía con gracia, se acercó.

"Sí, Atpana. Vamos a investigar. Pero ten cuidado, puede ser algo raro."

A medida que se acercaban, se dieron cuenta de que era un viejo mapa desgastado. Tenía una marca en forma de estrella que los intrigó.

"Creo que este mapa nos puede llevar a un tesoro oculto", dijo Atpana emocionado.

"O quizás a una nueva aventura. ¡Vamos!" respondió Waliru, deslizando su cuerpo en un alegre movimiento.

Con el mapa en sus patas, los amigos comenzaron a seguir la señal hacia el antiguo árbol gigante que dominaba el centro de la selva. En su camino, encontraron obstáculos: un pequeño río que cruzar, un campo de flores que picaban y hasta un grupo de loros ruidosos que confundían a Atpana con sus chillidos.

"¡No te preocupes, Atpana! Solo necesitamos encontrar una forma de cruzar el río. ¿Qué tal si haces un salto por las piedras?" sugirió Waliru.

"¡Buena idea! Mira, allá hay un grupo de piedras que parecen perfectas para saltar."

Con un gran salto, Atpana se aventuró, y gracias a su agilidad, logró llegar al otro lado con éxito. Waliru lo siguió deslizándose cuidadosamente.

Al llegar al campo de flores, Atpana sintió un cosquilleo.

"¡Ay, Waliru! Estas flores son muy traviesas. Me pican un montón. ¡Necesitamos atravesar rápido!"

"Intenta concentrarte en el camino que tenemos que seguir. ¡Podemos hacerlo juntos!" dijo Waliru.

Con gran esfuerzo, lograron atravesar el campo de flores y, finalmente, llegaron al lugar marcado en el mapa: donde se alzaba el anciano árbol.

Al llegar, se dieron cuenta de que había un gran agujero en su tronco.

"¿Y ahora?" preguntó Atpana.

"Tal vez aquí esté el tesoro", contestó Waliru, asomando la cabeza por el agujero.

Pero en lugar de oro y joyas, encontraron algo aún más sorprendente: un montón de semillas doradas brillantes.

"¡Mirá esto! Son semillas mágicas que pueden hacer crecer las plantas más hermosas de la selva. ¡Esto es el verdadero tesoro!"

"¡Esto es increíble! Podemos hacer que nuestra selva sea aún más hermosa", exclamó Atpana.

Ambos decidieron llevar las semillas de vuelta a casa y plantar en todas partes. Así, transformaron su hogar, creando un espacio lleno de flores coloridas y árboles altos. Al cabo de un tiempo, la selva de Sabana se volvió más vibrante y hermosa que nunca.

"Hicimos un gran trabajo, Waliru. No todo tesoro es oro, ¿verdad?" dijo Atpana.

"Exactamente, Atpana. A veces, lo mejor que podemos encontrar son formas de hacer del mundo un lugar mejor. ¡Siempre hay que buscar la belleza en lo que hacemos!" respondió Waliru.

Y así, Atpana y Waliru aprendieron que la verdadera aventura y el verdadero tesoro estaban en los valores de la amistad, el trabajo en equipo y la naturaleza. Y desde entonces, siempre que veían una oportunidad de plantar semillas o ayudar a otros, se lanzaban a la acción, sabiendo que su amor por la selva crecía con cada pequeño gesto.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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