La Aventura de La Delgadina



En un bello pueblo llamado Saltillo, había una leyenda que contaba la historia de un callejón misterioso. Este callejón se llamaba El Callejón de La Delgadina, y todos los niños del barrio escuchaban atentos las historias sobre él. Sin embargo, la maestra de la escuela, la señora Sofía, pensaba que las leyendas eran una oportunidad para la creatividad y el aprendizaje.

Un día, la señora Sofía les propuso a sus alumnos un proyecto sobre leyendas de su pueblo.

"Chicos, hoy comenzaremos un nuevo proyecto. Cada uno de ustedes va a investigar sobre una leyenda de Saltillo y crear una representación de ella. ¿Quién se anima a investigar sobre La Delgadina?" - dijo con entusiasmo.

Los niños se miraron entre sí, y Martín, un pequeño valiente, levantó la mano.

"Yo quiero hacerlo, maestra!" - exclamó Martín.

Esa misma tarde, Martín decidió visitar el callejón para ver si enfrentaba de verdad a La Delgadina. Caminó con firmeza, aunque su corazón latía rápido.

Al llegar al callejón, vio que estaba oscuro y que muchas hojas secas crujían bajo sus pies.

"¿Hay alguien aquí?" - preguntó, a pesar de sentir un escalofrío en su espalda.

De repente, una suave voz susurró:

"No temas, joven aventurero. Soy La Delgadina, pero no soy lo que la leyenda dice. Estoy aquí para contar mi verdadera historia."

Martín se sorprendió.

"¿Tú eres La Delgadina?" - preguntó con los ojos bien abiertos.

"Sí, pero hace mucho tiempo fui mal entendida. Solo quería ayudar a todos, pero los rumores y el miedo me convirtieron en un mito. Nadie se atreve a conocerme, sin embargo siempre he deseado que alguien lo haga."

"¿Por qué no lo hiciste?" - inquirió Martín intrigado.

"Porque en aquel entonces, no sabía cómo hacerlo. Pero tú, valiente niño, puedes cambiar eso. Si me ayudas a contar mi historia, podré mostrarle a todos que en realidad soy buena."

Martín sintió una chispa de emoción.

"Claro que sí! Vamos a contar tu historia y a mostrarle a todos que eres diferente a lo que se dice."

Con esa promesa, comenzaron a trabajar juntos. Cada tarde, Martín regresaba al callejón y la Delgadina le contaba su verdadera historia. Era una historia de confianza, amistad y el valor de ser uno mismo.

Finalmente, Martín organizó una presentación en la escuela. Invitó a todos sus compañeros y a sus familias.

"Hoy voy a contarles la verdadera historia de La Delgadina. ¡Es una buena noticia!" - dijo emocionado.

Cuando todos se reunieron, Martín tomó aire y comenzó a narrar con pasión. Describió cómo La Delgadina había querido ayudar a las personas, y cómo la leyenda la había dejado sola en su callejón.

Al final de su presentación, los niños aplaudieron con fervor.

"¡Es verdad! No deberíamos temer lo que no conocemos!" - exclamó una niña.

La señora Sofía, emocionada, completó:

"Así es, chicos. Siempre debemos investigar antes de juzgar. Toda leyenda tiene más de lo que parece."

Desde aquel día, La Delgadina dejó de ser solo un mito. Los niños comenzaron a jugar en el callejón y a contar su verdadera historia.

"Gracias, Martín. Gracias a ti, ahora tengo amigos."

A partir de ese día, La Delgadina no solo fue una leyenda aterradora, sino un símbolo de valentía y comprensión en Saltillo. Y todos aprendieron que lo desconocido puede ser maravilloso si nos atrevemos a conocerlo.

Y así, el callejón se llenó de risas y alegría, y La Delgadina supo lo que era la amistad verdadera.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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