La Aventura de la Estrella E
En un pequeño pueblo, vivían dos amigos inseparables, Lila y Tomás. Siempre estaban buscando aventuras y un día decidieron que era hora de volar por los cielos. Montaron la escoba mágica de la abuela de Lila y, con un grito de emoción, ¡despegaron!
-Tomás, mirá cómo se ve el pueblo desde aquí arriba -exclamó Lila, llena de alegría.
Mientras volaban, contemplaron el paisaje: montañas verdes, océanos que brillaban como diamantes y ciudades llenas de luces. Sin embargo, lo que más emocionó a Lila y Tomás fue cuando se acercaron a una enorme estrella que brillaba intensamente en la distancia.
-¡Mirá, Lila! Esa estrella es la más grande que he visto jamás. ¡Debemos ir ahí! -dijo Tomás, sus ojos brillando de aventura.
Al llegar a la Estrella E, fueron recibidos por un mundo deslumbrante, donde el cielo era de colores vibrantes y los árboles parecían de caramelo.
-Hola, pequeños viajeros -dijo una voz suave. Era un ser luminoso, con alas de luz y una sonrisa amable. -Yo soy Estrellín, el guardián de la Estrella E. ¿Qué los trae por aquí?
-¡Hola! Soy Lila y este es Tomás. Venimos a explorar y aprender sobre tu estrella -respondió Lila, entusiasmada.
-Estrella E alberga maravillas. Pero hay un problema -dijo Estrellín, frunciendo el ceño-. La fuente de la alegría se ha apagado y si no la reactivamos, todos los colores se desvanecerán.
-¿Cómo podemos ayudar? -preguntó Tomás con determinación.
-Para reactivar la fuente, deben encontrar tres gemas de colores que están escondidas en el corazón de esta estrella. Una gema roja, otra azul y otra amarilla. -explicó Estrellín.
-Lila y Tomás se miraron, emocionados. ¡Era una misión!
-¡Vamos a buscar! -gritaron juntos, y comenzaron su aventura por la Estrella E.
Primero encontraron la gema roja, que estaba oculta entre los árboles de caramelo. Tenía un brillo increíble, pero al intentar tomarla, un grupo de criaturas de luz les salió al paso.
-¿Por qué deberíamos dejar que se lleven la gema? -dijo una de las criaturas.
-Porque necesitamos la gema para devolver la alegría a la estrella -respondió Lila, con firmeza.
Las criaturas se miraron entre sí y, al ver la determinación de los amigos, decidieron dejarles la gema.
-Está bien, pero prométannos que compartirán la alegría -dijo la criatura con un guiño.
-¡Lo prometemos! -dijeron Lila y Tomás al unísono.
Continuaron su camino y encontraron la gema azul en un lago resplandeciente. Pero cuando se acercaron, un enorme pez dorado salió a superficie.
-¡Deténganse! Esa gema es muy valiosa. ¿Por qué debería dárselas? -preguntó el pez, moviendo sus aletas con gracia.
-Queremos devolver la alegría a esta estrella -respondió Tomás, con sinceridad.
-Entonces podrán tenerla, pero deben contarme una historia divertida -dijo el pez, con una sonrisa.J
Lila y Tomás se miraron y comenzaron a contar historias graciosas de sus propias aventuras en el pueblo. El pez reía tanto que casi se cayó al agua.
-Bueno, su humor es contagioso. Aquí tienen la gema. -dijo el pez, dándoles la gema azul.
Finalmente, llegaron a la cima de un volcán donde encontraron la gema amarilla, custodiada por una antigua tortuga.
-¡Bienvenidos! ¿Qué los trae aquí? -preguntó la tortuga, sonando muy sabia.
-Buscamos la gema amarilla para devolver la alegría a la estrella -explicó Lila.
-Tienen que responder una pregunta: ¿Cuál es el color del amor? -preguntó la tortuga.
-Lila pensó un momento y dijo:
-El amor es del color que elegimos. Se puede ver en cualquier color, pero el rojo es el que más simboliza la pasión y el cariño.
-Muy bien respondido. Aquí tienen la gema amarilla. -dijo la tortuga, entregándosela.
Con las tres gemas en su poder, Lila y Tomás regresaron al centro de la Estrella E.
-Estrellín, aquí están las gemas -gritaron emocionados.
-¡Excelente trabajo! -dijo Estrellín, colocando las gemas en la fuente de la alegría. De repente, la luz comenzó a brillar más y más, llenando el aire de colores vibrantes y risas.
-¡Lo logramos! -celebraron Lila y Tomás.
-Recuerden, la alegría siempre está en las pequeñas cosas y en compartir. -les dijo Estrellín.
Antes de regresar a casa, Lila y Tomás volvieron a mirar la estrella que habían salvado, prometiendo siempre cuidar de la alegría y a compartirla con todos.
-Y así, montaron su escoba y volaron de regreso al pueblo, llevando consigo no solo un gran recuerdo, sino también una misión: mantener la alegría viva en todos los corazones que encontraran en su camino.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.