La aventura de la fresa perdida



Había una vez en un bullicioso mercado donde las frutas y verduras brillaban con colores vibrantes, vivía una hermosa fresa llamada Fresita. Fresita era la más dulce y jugosa de todas las fresas, y siempre estaba feliz en su hogar, la frutería de Don Juancito. Un día, mientras una señora elegía algunas frutas, Fresita rodó inadvertidamente de la canasta y cayó al suelo. Asustada y confundida, rodó lejos de la frutería y se perdió en el laberinto de puestos del mercado.

Fresita comenzó a explorar el mercado, pasando por el puesto de Manolo el melón, el de Carola la zanahoria, y el de Ramón la manzana, pero nadie la reconocía. "¿Has visto una fresa tan deliciosa como yo?" preguntaba a todos, pero nadie la había visto. Finalmente, llegó al puesto de Lola la lechuga.

"¡Hola, pequeña fresa!" saludó amablemente Lola. "¿Estás perdida?"

Fresita explicó su situación, y Lola le ofreció ayuda. Juntas, recorrieron el mercado, preguntando a cada fruta y verdura que encontraban. Después de mucho preguntar, por fin llegaron al puesto de Juancito.

"¡Fresita, al fin te encontré!" exclamó emocionado Don Juancito. "Te he estado buscando por todo el mercado."

Con lágrimas de alegría, Fresita fue devuelta a su hogar en la frutería. Aprendió la importancia de ser cuidadosa y valorar lo que tienes. Desde ese día, nunca más se aventuró lejos de su cesta. La amistad de Lola la lechuga se convirtió en un vínculo inseparable, recordándole siempre que en la unión está la fuerza. Y así, Fresita vivió feliz el resto de sus días, agradecida por la amistad y el cuidado de quienes la rodeaban.

FIN.

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