La Aventura de la Gallina Perdida



Había una vez una gallina llamada Clara que vivía en una granja rodeada de un hermoso campo. Un día, Clara decidió llevar a sus tres polluelos, Pío, Pía y Piquito, a buscar comida. Al principio, la madre gallina estaba muy emocionada y les decía:

"¡Vamos, mis adorables polluelos! Hoy encontraremos los mejores granos en el campo."

Los polluelos saltaban contentos, llenos de energía, mientras Clara los guiaba. Sin embargo, mientras buscaban entre los matorrales, se distrajeron con mariposas y flores de colores. Clara se adentró un poco más y, de repente, se dio cuenta de que no reconocía el camino de vuelta.

"¡Oh no! ¿Dónde estoy?" - exclamó Clara, mirando a su alrededor.

"¡Mamá! ¡Estamos perdidos!" - dijo Pío, con su voz temblorosa.

"No se preocupen, queridos. Solo debemos ser valientes y preguntarle a alguien por el camino de regreso. ¡Vamos!" - dijo Clara tratando de tranquilizarlos.

Decidieron avanzar con cuidado. No pasaron mucho rato cuando se encontraron con un viejo perro llamado Rocco, que estaba tomando sol.

"¿Alguno de ustedes ha visto mi casa?" - preguntó Clara con la esperanza de encontrar ayuda.

Rocco la miró con simpatía.

"Sí, la he visto. Está al otro lado del arroyo, pero debes tener cuidado con el zorro que ronda por ahí."

"¿El zorro?" - preguntó Pía, espantada.

"¿Y qué debemos hacer?" - continuó Clara.

Rocco pensó por un momento y dijo:

"Sigan el camino de flores amarillas. Es seguro y los llevará hasta el arroyo. Yo no puedo guiarlos, pero creo que podré hacer un poco de ruido si el zorro aparece. ¡Buena suerte!"

Clara agradeció a Rocco y siguieron adelante, siguiendo las flores amarillas. Pero justo cuando estaban cerca del arroyo, se dieron cuenta de que el camino estaba bloqueado por una gran roca.

"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Piquito, que ya estaba cansado.

De repente, una pequeña ardilla llamada Lila apareció y dijo:

"¿Necesitan ayuda? Yo puedo mover algunas piedras. Soy muy rápida."

"¡Sí, por favor!" - respondió Clara, emocionada.

Lila pasó como un rayo, moviendo las pequeñas piedras y despejando el camino. En poco tiempo, la roca estaba fuera del camino.

"¡Gracias, Lila! Eres increíble!" - dijo Clara, mientras sus polluelos aplaudían.

Con el camino libre, lograron cruzar el arroyo, pero el zorro apareció de repente, bloqueando su camino de regreso a casa.

"¡Una gallina y sus polluelos! Qué delicia voy a tener hoy..." - dijo el zorro con una voz astuta.

"¡Alto allí!" - gritó Rocco desde la distancia, ladrando con todas sus fuerzas.

El zorro, asustado por el perro fuerte y ruidoso, decidió darse la vuelta y escapar al bosque.

"¡Ahora sí, sigamos!" - dijo Clara, aliviada.

Después de esa experiencia, lograron encontrar el camino de vuelta a casa, donde esperaban ansiosos el regreso de su mamá.

"¡Mamá, llegaste!" - gritaron los polluelos al ver a Clara regresar con Lila y Rocco.

Clara abrazó a sus polluelos y les dijo:

"Vamos a aprender una lección hoy: en el campo, siempre debemos ser precavidos y pedir ayuda. Nunca estamos solos."

Sus hijos, llenos de alegría, asintieron, ya que habían aprendido que a veces, el camino puede ser complicado, pero siempre hay amigos dispuestos a ayudarles.

Y así, Clara y sus polluelos volvieron a casa, agradecidos por la ayuda de sus nuevos amigos y listos para contar su aventura en el campo.

Desde aquel día, siempre recordaron que cada animal tiene una historia que contar y que juntos, pueden superar los desafíos del campo.

Y así, Clara y sus polluelos vivieron muchas más aventuras, pero eso es otra historia que les contaré la próxima vez.

FIN.

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