La Aventura de la Gata Prince



En una pequeña villa rodeada de campos verdes y flores coloridas, vivía una gata llamada Prince. Era una gata de pelaje suave y brillante que a todos les parecía la más hermosa de la vecindad. Pero, además de su belleza, Prince tenía una personalidad traviesa que la hacía famosa por sus travesuras.

Una mañana soleada, Prince se asomó por la ventana de su casa.

"Hoy será un gran día para una aventura", se dijo a sí misma con un guiño.

Sin pensarlo dos veces, se escabulló por la puerta del patio y salió a explorar. En su recorrido, se encontró con su mejor amigo, un ratón llamado Tico.

"¡Hola, Prince! ¿Dónde vas?", preguntó Tico con curiosidad.

"Voy a descubrir algo nuevo, Tico. ¿Te sumás?", contestó Prince emocionada.

"¡Claro! Pero, ¿qué descubriremos?", respondió Tico.

Caminaron juntos por el vecindario, donde Prince no podía resistirse a un par de travesuras. Primero, hizo un pequeño salto sobre la cerca del jardín de la señora Rosita, causando que unos gorriones se asustaran y volaran en todas direcciones.

"¡Mirá, Tico! ¡Esos pájaros son muy miedosos!", exclamó entre risas.

"Sí, pero seguro se sienten incómodos. Debes tener cuidado, Prince", le advirtió Tico.

Prince sonrió y prometió ser más cautelosa. Continuaron su camino hasta que llegaron al estanque del parque, donde vieron a los patos nadando alegremente. Sin pensarlo, Prince se lanzó al agua para intentar jugar con ellos.

"¡Hola, patitos! ¡¿Quieren jugar? !", les gritó. Los patos, atemorizados, comenzaron a chapotear y se alejaron rápidamente.

"¡No, Prince! No los asustes, ¿no ves que se divierten nadando tranquilos?", le dijo Tico un poco preocupado.

Entre risas y juegos, Prince y Tico decidieron descansar junto a un árbol grande. Allí, Prince escuchó un estruendo que venía del bosque cercano.

"¿Qué fue eso?", preguntó Tico asustado.

"No sé, pero tenemos que investigar", respondió Prince, llena de curiosidad.

Se acercaron al bosque y encontraron a un grupo de conejos atrapados en un arbusto enmarañado.

"¡Ayuda! ¡No podemos salir!", suplicaron los conejos.

"No se preocupen, los ayudaremos", dijo Prince con determinación.

Comenzó a usar sus suaves patas para deshacer el enredo.

"¡Vamos, Tico! ¡Ayudame!", gritó Prince mientras movía ágilmente sus patas. Juntos, lograron liberar a los conejos.

"¡Gracias, gracias! ¡Son los mejores!", dijeron los conejos agradecidos.

"Fue un placer ayudar. Pero, Prince, ¿no deberías ser menos traviesa a veces?", preguntó Tico mientras se acomodaba el sombrero de hoja que llevaba.

Prince reflexionó un momento.

"Tenés razón, Tico. Es divertido jugar, pero también es importante ayudar a los demás. Voy a intentar ser menos traviesa, ¡solo un poco!"

Los conejos, felices de estar libres, invitaron a Prince y Tico a un festín de zanahorias como agradecimiento.

"¡Esto es delicioso!", exclamó Prince mientras disfrutaba de la comida.

A partir de ese día, Prince no solo siguió siendo la gata hermosa y traviesa que todos conocían, sino que también se convirtió en una gata generosa que siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos.

Y así, Prince y Tico aprendieron que la verdadera belleza viene no solo de lo que somos, sino también de lo que hacemos por los demás. Desde entonces, siempre que salían, Prince se recordó a sí misma que travesuras están bien, pero ayudar a los demás hace el mundo un lugar más bonito.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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