La Aventura de la Lechuza Sabia



Érase una vez, en un frondoso bosque de Argentina, una lechuza llamada Lúa. Lúa no era una lechuza común; era conocida en todo el bosque por su sabiduría y amor por los libros. Cada noche, cuando todos los animales dormían, Lúa se posaba en su rama favorita y leía las historias de un mundo lleno de aventuras.

Un día, mientras hojeaba un antiguo libro de cuentos, se topó con una mención de la biblioteca más grande del mundo: ¡la Biblioteca de Alejandría! Intrigada, decidió que tenía que visitarla. Pero, ¿cómo llegar hasta allá?

Lúa se preparó. Llenó su mochila con pergaminos, un frasco de tinta y plumas. Antes de partir, escribió una carta a sus amigos del bosque.

"Queridos amigos, estoy por embarcarme en una gran aventura. Viajaré a la Biblioteca de Alejandría. Prometo volver con historias maravillosas. ¡Nos vemos pronto! Con cariño, Lúa la lechuza"

Después de dejar la carta en su rama, Lúa voló hacia el horizonte. Durante el vuelo, se encontró con un viejo búho llamado Don Quijote, que había viajado mucho.

"¡Hola, Lúa! ¿Adónde vas tan rápida?"

"Voy en busca de la Biblioteca de Alejandría, Don Quijote. ¡Es la más grande del mundo!"

"¡Ah, conozco ese lugar! Pero, primero, debes cruzar el río de las palabras. Allí deberás resolver un acertijo. Si lo logras, podrás continuar tu viaje."

Lúa agradeció a Don Quijote por la advertencia y siguió su camino. Al llegar al río, se encontró con un gran pez dorado que le dio la bienvenida.

"¿Qué deseas, viajera?"

"Deseo cruzar el río para llegar a la Biblioteca de Alejandría."

"¡Bien! Pero debes resolver mi acertijo: ‘Tengo agujas pero no pincho. Tengo números pero no soy calculadora. ¿Qué soy? ’"

Lúa pensó por un momento. Todo en su mente giraba alrededor de los libros y el conocimiento. De repente, exclamó.

"¡Eres un reloj!"

"¡Correcto, pequeña sabia! Pasa y que el viento lleve tus sueños."

Lúa cruzó el río con una sonrisa en su rostro y continuó su viaje. Al llegar a un hermoso prado, encontró un árbol con algo escrito en su tronco. Era una carta. La abrió con curiosidad:

"Querida viajera, si quieres un consejo, busca a la tortuga de las letras. Ella tiene el camino más corto hacia tu destino, pero es muy lenta. Ten paciencia. Con cariño, el árbol sabio."

Lúa sonrió y decidió que valía la pena buscar a la tortuga. Finalmente, la encontró cerca de un estanque.

"Hola, tortuga. Estoy buscando la biblioteca de Alejandría. Dicen que puedes ayudarme."

"¡Ah! Ese lugar es emocionante. Pero recuerda, cada paso cuenta y es importante disfrutar del viaje. Ven, yo te guiaré."

Y así, Lúa emprendió el viaje con la tortuga. Durante el camino, la tortuga compartió historias de sus propias aventuras, enseñándole sobre la importancia de los libros y el conocimiento.

Cuando finalmente llegaron a la biblioteca, Lúa quedo asombrada por su belleza. Estaba llena de libros de todos los colores y tamaños. En medio de su asombro, una mujer de túnica larga se acercó.

"Bienvenida, viajera sabia. He oído de tu búsqueda. Si deseas obtener sabiduría, debes dejarnos una historia que contar."

"¡Claro! Tienen que escuchar las maravillas de mi bosque y la importancia de compartir el conocimiento."

Y así, Lúa pasó varios días en la biblioteca, compartiendo historias y aprendiendo de otros. Cuando llegó el momento de regresar, se despidió de todos y escribió otra carta a sus amigos en el bosque.

"Queridos amigos, he llegado a la Biblioteca de Alejandría. He aprendido que la sabiduría se comparte, y que el viaje es tan importante como el destino. Estoy volviendo con muchas historias. ¡Hasta pronto!"

Lúa regresó a su hogar, llena de nuevos conocimientos y aventuras por relatar. Se posó en su rama favorita y, mientras la luna brillaba, comenzó a contarles a todos los animales del bosque las historias que había vivido, recordando siempre que lo más importante no era solo llegar a un lugar, sino todo lo que aprendió en el camino.

FIN.

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