La Aventura de la Letra A
En un bosque encantado donde los animales hablaban, habitaba una letra muy especial: la letra A. Era divertida, llena de energía y siempre lista para jugar. Pero la A tenía un problema: no sabía cómo encontrar su lugar en el alfabeto, ni cómo hacer amigos. Un día, mientras saltaba de árbol en árbol, se encontró con un curioso pato llamado Patricio.
"¡Hola! Soy la letra A, ¿quieres jugar conmigo?" - preguntó emocionada la letra A, moviendo sus patas.
"¡Hola! Claro que sí, pero tengo una pregunta... ¿por qué no estás acompañada de otras letras?" - dijo Patricio, mirando a su alrededor.
La letra A suspiró y respondió:
"No sé, Patricio. Siempre estoy sola y no entiendo por qué. Quizás no soy como las demás letras."
Eso hizo que el pato pensara un poco. Luego, con una sonrisa, le sugirió:
"¿Y si organizamos una gran fiesta? Así podrías conocer a las otras letras. ¡Tal vez encuentres tu lugar!"
La letra A se iluminó con la idea.
"¡Eso sería genial! Pero... ¿cómo invito a las letras?"
"Podríamos escribir invitaciones y ponerlas en el viento, ¡así llegarán a todos los rincones!" - explicó Patricio.
Juntos, comenzaron a volar por el bosque, lanzando invitaciones hechas de hojas y con un poco de miel para que se pegaran en los árboles. ¡La noticia se extendió rápidamente! Todos estaban emocionados.
El día de la fiesta, llegaron un montón de animales y letras. Había un búho sabio llamado Óscar, una ardilla ágil llamada Ana, y un zorro astuto llamado Julio. Todos estaban deseando conocer a la letra A
"¡Bienvenida!" exclamó Óscar. "He escuchado muchas cosas sobre ti. ¡Estoy emocionado de conocerte!"
"Gracias, Óscar!" - dijo la letra A, sintiéndose feliz y nerviosa "Tengo tanto que contarles."
La fiesta comenzó, y mientras bailaban, la letra A comenzó a sentirse más cómoda. Todos querían jugar a distintos juegos, pero comenzaron a notar que cada uno tenía su preferencia. La letra A se dio cuenta de que a pesar de sus diferentes gustos, todos eran parte del mismo abecedario. Eso la hizo sentir parte de algo más grande.
"¡Quiero que todos hablemos de lo que nos gusta!", propuso A.
"¡Genial! A mí me encanta la música" - dijo Ana la ardilla.
"¡Yo prefiero contar historias!" - comentó Óscar.
"Y a mí me encanta correr y jugar al escondite" - añadió Julio.
Cada uno compartió sus pasiones y nunca se había sentido tan bien. La letra A se dio cuenta de algo importante:
"Cada uno tiene su lugar y es especial a su manera. Yo puedo estar aquí y ser parte de todos ustedes."
Justo cuando estaba a punto de seguir disfrutando de la fiesta, un fuerte viento comenzó a soplar y una nube oscura cubrió el cielo.
"¿Qué pasa?" - preguntó Patricio, algo asustado.
"Parece que tenemos que llevar a los más pequeños a un lugar seguro" - dijo Óscar, con sabiduría.
"Yo puedo ayudar con eso" - dijo la letra A. "Juntos podemos mantener la calma y guiarlos."
Rápidamente, la letra A reunió a todos en un lugar bajo los árboles y empezó a cantar una canción que hacía que los pequeños se sintieran a salvo.
"No se preocupen, de aquí estaremos bien. La lluvia viene y se va, nosotros solo debemos esperar."
Y así, mientras la letra A animaba a las letras y a los animales, la tormenta pasó, dejando todo brillante y fresco. Todos aplaudieron a la letra A por su valentía y su espíritu.
"Pudiste mantener la calma y traer alegría incluso en la tormenta" - dijo Ana emocionada.
"Sí, ¡Eres una gran amiga y parte del alfabeto!" - agregó Julio.
Desde ese día, la letra A nunca se sintió sola otra vez. Entendió que, aunque puede ser diferente, su lugar en el alfabeto es único y especial, tal como cada amigo que había conocido. Y así, la letra A continuó sumando amigos y alegrías en el bosque encantado, donde cada día era una nueva aventura con sus nuevos amigos.
"¡Viva el abecedario!" - gritó la letra A.
Y todos celebraron a la con sus diferentes talentos, recordando siempre que ser uno mismo siempre suma en la vida.
Fin.
FIN.