La Aventura de la Litosfera
Era un hermoso día en el pequeño pueblo de Tierra Clara, un lugar rodeado de montañas y ríos. Sus habitantes eran alegres y siempre se ayudaban unos a otros. Pero, por encima de todos, había dos grandes guardianes: el Sol radiante y la Luna plateada.
Un día, la Luna decidió bajar a la Tierra. Tenía una inquietud que le preocupaba mucho. "¿Por qué todos en Tierra Clara se ven tan apurados?"- preguntó curiosa.
El Sol, que desde el cielo estaba observando, le respondió con voz cálida: "Querida Luna, los habitantes están muy preocupados por los terremotos y las inundaciones que han estado ocurriendo. Sienten que la Tierra les muestra su fuerza, y eso les asusta".
La Luna, inquieta por la preocupación de los humanos, decidió hablar con un grupo de niños que jugaban en el parque. "Hola, pequeños! ¿Por qué están tan preocupados?"-
Los niños, un poco asustados, le contaron sobre un reciente temblor que había sacudido su pueblo. "No sé qué hacer si vuelve a suceder. Mis papás dicen que hay que estar listos, pero nadie sabe cómo"- dijo una pequeña llamada Clara.
La Luna, con su luz plateada, tuvo una idea. "¡Vamos a hacer una reunión! Invitemos a todos los adultos y hablemos sobre cómo protegerse de los riesgos naturales"-. Los niños estuvieron de acuerdo y, entusiasmados, comenzaron a correr por el pueblo anunciando la reunión.
Esa noche, la Luna iluminó el cielo, y todos se reunieron en la plaza. La Luna, con su voz suave, comenzó a hablar. "Queridos amigos, he escuchado sus preocupaciones y quiero ayudarlos. La Tierra es un lugar maravilloso, pero a veces puede mostrarnos su fuerza. ¡Es importante que estemos preparados!"-
Los adultos escuchaban atentos. Entonces, el Sol añadió desde lo alto del cielo: "Juntos, podemos aprender a vivir con la naturaleza. Hay formas de protegerse y hacer de su hogar un lugar más seguro"-.
Los habitantes de Tierra Clara, animados por las palabras de la Luna y el Sol, comenzaron a compartir ideas. Una señora mayor, Doña Rosa, propuso construir casas más fuertes. "Si hacemos que nuestras casas sean resistentes, podremos soportar los temblores"-.
Un chico llamado Mateo sugirió crear un plan para las inundaciones. "Podemos hacer canales que desvían el agua lejos de nuestras casas"-. Todos se entusiasmaron con las ideas y comenzaron a ponerlas en práctica.
Mientras tanto, la Luna se convirtió en su aliada especial. Cada noche, ella les recordaba hacer ejercicios de preparación. "¡Recuerden! Hagan simulacros, cuenten qué hacer en caso de un sismo y busquen lugares seguros en sus casas"-.
Las semanas pasaron, y gracias a su trabajo en equipo, los habitantes de Tierra Clara se volvieron más resilientes. Un día, la tierra tembló nuevamente, pero esta vez la gente se movió con calma, siguiendo los planes que habían practicado.
Al finalizar el temblor, todos se miraron aliviados y sonrieron. "¡Lo hicimos! ¡Nos preparamos!"- gritó Clara.
La Luna, llena de alegría, iluminó el lugar, y el Sol apareció por el horizonte con su luz cálida. "¿Ven? Cuando colaboramos y nos preparamos, podemos enfrentar cualquier desafío que nos presente la naturaleza. ¡La litosfera es parte de nosotros y debemos cuidarla y respetarla!"-
Desde ese día, los habitantes de Tierra Clara no solo aprendieron a vivir mejor con la naturaleza, sino que también aprendieron a valorar la importancia de la comunidad. La Luna y el Sol siguieron protegiendo el pueblo desde lo alto, sabiendo que siempre estarían en buenos manos.
Y así, Tierra Clara se convirtió en un lugar donde la luz y la sombra coexistían en armonía, recordando siempre que la naturaleza, aunque a veces temible, también podía ser un amigo protector si aprendían a comprenderla y cuidarla.
FIN.