La aventura de la lombriz en el jardín de la Escuela Miguel Hidalgo


En el jardín de la Escuela Miguel Hidalgo, vivía una lombriz muy especial. A diferencia de las demás, esta lombriz respiraba por su piel.

Tenía la habilidad de absorber oxígeno y liberar dióxido de carbono a través de sus poros, que estaban cubiertos por una piel húmeda. Un día, los niños y niñas de tercer grado comenzaron a observar con asombro a la lombriz mientras jugaban en el jardín.

-¡Miren esta lombriz! ¡Es diferente a las demás! -exclamó Sofía, señalando a la curiosa criatura. Los niños se agacharon para observarla de cerca y notaron su piel húmeda, lo cual les llamó mucho la atención. -¿Por qué su piel está tan húmeda? -preguntó Pedro, curioso.

La maestra, que había estado observando también, se acercó al grupo y les explicó que la lombriz necesitaba mantener su piel húmeda para poder respirar.

Les contó que las lombrices, al igual que la nuestra, tienen poros en su piel que les permiten absorber el oxígeno del aire y liberar el dióxido de carbono. -¡Qué interesante! -exclamaron los niños al unísono.

A partir de ese día, los niños visitaban a la lombriz a diario, llevándole pequeñas cantidades de agua para asegurarse de que su piel se mantuviera húmeda. Todos se sentían fascinados por la habilidad de la lombriz para respirar de esa manera tan peculiar. Decidieron investigar más sobre las lombrices y aprendieron a cuidarlas aún mejor.

La lombriz, agradecida por la atención y cuidados, les enseñó con su ejemplo la importancia de respetar y cuidar a todas las formas de vida.

Desde entonces, la lombriz se convirtió en una gran amiga de los niños de tercer grado, quienes aprendieron valiosas lecciones mientras disfrutaban de su tiempo en el jardín de la escuela Miguel Hidalgo.

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