La Aventura de la Macarena en Disney
Era un día soleado y hermoso cuando decidí llevar a mi perrita Molly a Disney. A ella le encantaba correr y jugar, así que imaginé que sería una jornada mágica. Al llegar, los colores vibrantes y los personajes animados nos esperaban con los brazos abiertos.
"¡Molly, mirá todo lo que hay!" le dije, mientras ella movía la cola con emoción.
Primero, paseamos por las calles de Disney, disfrutando de los olores a palomitas de maíz y algodón de azúcar. De repente, escuchamos una melodía pegajosa que provenía del área de espectáculos. "¿Qué es eso?", pregunté.
Molly empezó a tirar de la correa cuando vio a un grupo de chicos bailando la Macarena cerca de un escenario. No podía resistir la energía de la música. Cuando nos acercamos, ¡sorpresa! Un rostro conocido se asomó: era Teilor Suibt, el famoso bailarín y cantante, quien estaba en el escenario.
"¡Hola, chicos! ¡Vamos a bailar la Macarena!" exclamó Teilor con una enorme sonrisa. Todos los niños a su alrededor aplaudieron y gritaron de emoción.
Yo miré a Molly y le dije: "¡Vamos, amiga! ¡Es nuestra oportunidad!". Molly ladró emocionada y movió la cola como si supiera exactamente de qué se trataba. Juntas, nos unimos al grupo.
A medida que bailábamos, algo increíble sucedió. Molly, en su afán por seguir el ritmo, empezó a dar vueltas en círculos, ¡y todo el mundo se rió y aplaudió por lo divertida que era!"¡Esa es la forma más original de bailar la Macarena que he visto!" dijo Teilor señalando a Molly.
Me sentí muy orgullosa de mi perrita. Pero de pronto, un problema apareció. Una niña del grupo se cayó y se lastimó la rodilla. La felicidad del momento se desvaneció y varios chicos se acercaron preocupados.
"¿Estás bien?" le pregunté a la niña mientras la ayudaba a ponerse de pie. "Creo que me duele un poco..." murmuró, con lágrimas en los ojos.
Molly, al ver la tristeza de la niña, se acercó y le lamió la mano, como si supiera que necesitaba un poco de cariño.
"Molly, sos una verdadera heroína" le dije. La niña sonrió al ver a Molly, y en un instante, su tristeza se desvaneció.
Teilor se agachó y dijo: "¡Molly, quiero que sepas que tenés un don! Eres genial para hacer sentir a las personas bien." Todos empezamos a aplaudir y a animar a la niña.
Con el apoyo de todos, la niña decidió que quería seguir bailando.
"¡Vamo’ a bailar!" exclamó con más energía. Y así, de vuelta en el escenario, todos juntos seguimos bailando la Macarena, incluída la niña.
Al final, todos celebramos la unión y la alegría.
"Gracias, Molly, por ser tan especial" le dije cuando regresamos a casa. Ella dejó escapar un ladrido suave, como si entendiera lo que le decía.
Esa noche, mientras mirábamos las estrellas desde el jardín, me di cuenta de que la verdadera magia no solo está en los lugares como Disney, sino en las pequeñas cosas que hacemos y en cómo cuidamos de los demás.
Molly me enseñó que, a veces, lo más importante es estar presente y dar amor, ya sea bailando la Macarena o simplemente siendo un buen amigo.
Y así, Molly y yo compartimos otra aventura mágica que siempre recordaríamos. Al día siguiente, ante mi sorpresa, organizamos un pequeño taller en el parque donde todos aprendían a bailar la Macarena, haciendo nuevos amigos, todo gracias a la energía de mi dulce perrita y nuestro día mágico en Disney.
FIN.