La Aventura de la Maestra Alegría
En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, vivía la Maestra Alegría, una mujer conocida por su bondad y su disposición a ayudar a los demás. Todos los niños de la escuela la querían, ya que siempre sabía cómo hacer que cada día fuera especial. Un día, mientras preparaba su clase de arte, recibió una carta misteriosa.
- “Querida Maestra Alegría, he escondido algo mágico en el Bosque de las Aventuras. Si deseas encontrarlo, deberás resolver tres acertijos. ¡Suerte! ” - decía la carta.
La maestra, emocionada, decidió contarles a sus alumnos sobre la carta que había recibido. Los niños, llenos de curiosidad, se ofrecieron a acompañarla en la búsqueda del tesoro.
- “¡Vamos todos juntos! ¡Podemos resolver los acertijos! ” - gritó Tomás, el más aventurero del grupo.
- “Estoy lista para la aventura,” - dijo Sofía, con una sonrisa brillante.
Así, un grupo de diez niños y la Maestra Alegría se adentraron en el Bosque de las Aventuras. El primer acertijo estaba escrito en una piedra gigante:
- “Soy ligero como una pluma, pero nadie puede sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy? ”
Los niños pensaron y pensaron.
- “¡El aliento! ” - exclamó Clara.
- “¡Exactamente! ¡Gran trabajo, Clara! ” - proclamó la maestra. Al resolver el acertijo, un camino dorado se iluminó frente a ellos.
Siguieron por el camino hasta llegar a un claro donde encontraron un árbol enorme que parecía hablar. El árbol tenía el segundo acertijo:
- “Tengo raíces que no se ven, pero siempre me sostienen. Soy un símbolo de vida y esperanza. ¿Qué soy? ”
Los niños se miraron entre sí, pensando.
- “¡Un árbol! ” - dijo Tomás, contento.
- “Correcto, Tomás. Pero el verdadero significado es más profundo. Es la amistad y la unión entre nosotros, que nos sostiene y nos ayuda a crecer,” - respondió el árbol, sonriendo.
El árbol les mostró el camino, y continuaron su aventura. Después de un rato, llegaron a un río brillante donde encontraron una tortuga anciana.
- “Para llegar a la siguiente pista, deben resolver mi acertijo,” - dijo la tortuga.
- “Soy más valioso que el oro, pero no puedo comprarse. Soy algo que se crea cuando dos corazones están siempre juntos. ¿Qué soy? ”
Los niños, confundidos, empezaron a murmurar. Al principio, no podían pensar en la respuesta correcta.
- “¡Es el amor! ” - gritó Sofía, con una luz de comprensión en sus ojos.
La tortuga asintió, feliz por la respuesta correcta.
- “Así es, el amor y la amistad son lo más valioso que tenemos en la vida. Ahora, pueden cruzar el río.”
Los niños, acompañados por la Maestra Alegría, cruzaron el río en un tronco flotante y, al llegar al otro lado, encontraron un jardín encantado lleno de flores de colores. En el centro del jardín había un cofre brillante.
- “¡Lo encontramos! ” - gritaron los niños, llenos de alegría.
La Maestra Alegría abrió el cofre y dentro había un montón de pinturas y pinceles mágicos.
- “¡Esto es increíble! ” - exclamó Clara.
- “Sí, ahora podemos compartir nuestra creatividad con todo el pueblo”, dijo la maestra con una sonrisa.
Así fue como la aventura de la Maestra Alegría y sus alumnos no sólo los llevó a descubrir un tesoro, sino también a valorar la amistad, el amor y la creatividad. Desde aquel día, hicieron arte cada semana en la escuela, llenando de colores y risas a todo Sonrisas.
Y así, el pueblo nunca dejó de sonreír gracias a la Maestra Alegría y sus pequeños tesoros de amistad.
FIN.