La Aventura de la Maestra Deborah



Era un hermoso día de primavera cuando la maestra Deborah llegó a su nueva escuela de práctica. Tenía una sonrisa radiante, pero en su corazón también sentía un cosquilleo de nervios.

"Hoy es el primer día, y quiero que todos se sientan cómodos y felices", pensaba mientras ajustaba su cabello frente al espejo.

Al entrar al aula, notó que los chicos la miraban con curiosidad y algo de miedo. Había unos diez alumnos, todos bastante inquietos y cerrados en sí mismos. Algunos se escondían detrás de sus escritorios, otros jugaban con sus mochilas, y un par no dejaban de intercambiar miradas tímidas.

Deborah respiró hondo y se acercó a la pizarra.

"Hola chicos, soy la maestra Deborah y estoy muy emocionada de estar aquí con ustedes. ¿Qué les parece si comenzamos con un juego divertido?" propuso con entusiasmo.

"¿Un juego?", murmuró Juan, el más tímido de la clase.

"No sé si me gusta la idea...", respondió Lucía mientras miraba al suelo.

"Es solo un juego entre amigos, no hay que preocuparse. Todos lo vamos a pasar bien", les dijo Deborah.

Los chicos no estaban convencidos, pero la maestra se mostró persuasiva.

"Escuchen, se llama 'Cambio de puesto'. Vamos a rotar nuestros lugares y cada vez que nos sentemos en un nuevo lugar, debo hablar con la persona que está a mi lado, ¡y así nos conoceremos mejor!"

Los chicos miraron a sus amigos, todavía un poco dudosos, pero al final comenzaron a sonreír cuando Deborah los invitó a levantarse. A medida que jugaban, las risas comenzaron a llenar el aula.

"Che, ¿te gusta el fútbol?", preguntó Marcos a su nuevo compañero de asiento.

"Sí, ¡soy fanático de Boca!", respondió Tomás entusiasmado.

Poco a poco, los rostros serios se convirtieron en sonrisas amplias. Pero en ese momento, algo inesperado sucedió. Mientras hablaban, la ventana se abrió de golpe debido a una ráfaga de viento, y todos los papeles que había en el escritorio de la maestra volaron por todo el aula.

"¡Noooo!", gritó Deborah mientras intentaba atrapar sus notas. Los chicos se miraron entre sí, algunos riendo de la situación.

"Vamos a ayudarlas, maestra!", dijo Eli, otra de las alumnas, y todos se lanzaron al rescate del material volador. En un instante, el aula se transformó en un torbellino de risas y movimiento.

Después de recoger todos los papeles, Deborah se sintió agradecida y emocionada.

"Gracias chicos, esto demuestra que, aunque podamos tener miedo al principio, si trabajamos juntos podemos lograr cosas increíbles. ¡Hasta forman un equipo para ayudar!"

"Pero ¿puedo ser el capitán del equipo?", preguntó Leo, un chico de gafas, con una sonrisa traviesa.

El aula estalló en risas nuevamente, y ese fue el primer momento de verdadera conexión entre la maestra y sus alumnos.

Durante las semanas siguientes, Deborah continuó usando juegos y actividades que fomentaban la participación. Cada día, los chicos aprendían a confiar más en sí mismos y entre ellos.

"¡Hoy vamos a hacer un mural del aula!", les dijo emocionada una mañana.

"¿Un mural? Eso suena genial!", dijo Carla, y enseguida todos comenzaron a compartir ideas sobre lo que querían dibujar.

El aula se llenó de colores y risas, y el mural terminó siendo un reflejo de cada uno de sus sueños y pasiones. Al finalizar el proyecto, Deborah se dio cuenta de que había logrado unir no solo a sus alumnos, sino también darles un espacio de confianza donde expresarse.

"Miren lo que armamos juntos! Es un reflejo de cada uno de nosotros. Todos tenemos algo valioso que aportar", dijo con orgullo.

Y así, la maestra Deborah no solo enseñó conocimientos; creó un ambiente donde cada niño se sintió escuchado y valorado. Con el tiempo, se convirtió en una figura de confianza, y los chicos ya no sentían pena por socializar ni por compartir su saber.

En cada clase, aprendieron cosas nuevas, no solo de los libros, sino también de cada uno de sus compañeros, y juntos formaron un verdadero equipo de amistad y aprendizaje. Aquella aventura apenas comenzaba, pero lo que era seguro era que la maestra Deborah había dejado huella en los corazones de esos niños valientes.

",—"sinopsis" :"La maestra Deborah llega a su nueva escuela llena de nervios, pero también de entusiasmo. Al enfrentar la timidez de sus alumnos, descubre la forma de crear un ambiente de confianza y conexión a través de juegos y actividades creativas. Juntos aprenderán sobre la importancia de compartir y valorarse entre sí, estableciendo lazos de amistad y comunicación que transformarán el aula en un espacio seguro y lleno de aprendizaje. ",—"tags" :[—"amigos" ,—"aprendizaje" ,—"confianza" ,—"maestra" ,—"juegos" ,—"escuela" ]} }}

FIN.

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