La Aventura de la Mariposa y el Gato
Había una vez, en un bosque encantado lleno de colores y aromas, una mariposa llamada Lila que tenía alas brillantes como el arcoíris. Lila era muy curiosa y siempre estaba en búsqueda de nuevas amistades. Un día, mientras volaba entre las flores, se encontró con un gato llamado Mateo.
"Hola, ¿cómo te llamas?" - preguntó Lila con su voz suave.
"Me llamo Mateo, y soy un gato muy aventurero. ¿Quieres jugar?" - respondió el gato, estirándose perezosamente bajo el cálido sol.
A Lila le encantó la idea, y juntos comenzaron a saltar de un lado a otro, jugando entre las flores.
Mientras tanto, un capibara llamado Capi los observaba desde un pequeño arroyo. Capi era un capibara muy amable, pero siempre había sentido que no encajaba con los demás, ya que era más grande y distinto. Sin embargo, eran amigos de Lila y Mateo, aunque no se atrevían a unirse a su charla.
Un día, Lila se dio cuenta de que Capi estaba triste.
"¿Por qué no te unes a nosotros, Capi?" - le preguntó Lila con dulzura.
Capi suspiró y respondió:
"Creo que no soy lo suficientemente divertido como para jugar con ustedes. Soy diferente y eso me hace sentir solitario."
Mateo, escuchando esto, saltó hacia Capi y le dijo:
"Pero eso es lo que te hace especial. Todos somos diferentes, ¡y eso es lo que hace que nuestra amistad sea única!" - agregó, revolviendo las hojas con su cola.
Lila aplaudió con sus alas y dijo:
"¡Es verdad! Además, tenemos una sorpresa para ti. Vamos a hacer una búsqueda del tesoro. Un tesoro especial que solo se encuentra en el corazón del bosque."
Capi, sintiéndose algo más animado, decidió unirse al juego. Juntos, recorrieron el bosque, resolviendo acertijos y siguiendo pistas, encontrando flores hermosas y disfrutando del cálido sol que brillaba sobre ellos.
Sin embargo, mientras buscaban, se encontraron con un pequeño arroyo que se había desbordado y no podían cruzar.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Lila, sintiéndose un poco desanimada.
"No podemos volver, tenemos que encontrar el tesoro. Debe haber otra forma de cruzar," - sugirió Mateo, mirando a su alrededor.
Capi, que había estado observando cuidadosamente, se acercó a la orilla del arroyo y dijo:
"Si todos se juntan, puedo ser el puente. Estoy más cerca del suelo y podría ayudar."
Lila y Mateo se miraron con emoción y asintieron. Entonces, con mucha confianza, Capi se acomodó a lo largo de la orilla del arroyo.
"¡Vamos! ¡Pueden cruzar!" - gritó Capi, animando a sus amigos.
Uno por uno, Lila y Mateo saltaron sobre la espalda de Capi, quien los sostenía con firmeza. Cuando todos cruzaron, Lila exclamó:
"¡Lo hiciste, Capi! ¡Eres nuestro héroe!"
"Sí, ¡gracias, amigo! ¡Eres más especial de lo que pensabas!" - agregó Mateo.
Continuaron su aventura y, al final del día, llegaron a un claro lleno de flores brillantes y un hermoso arcoíris en el cielo.
"¡Aquí está el tesoro!" - gritaron al unísono.
Rieron y se pusieron a jugar entre las flores, disfrutando el momento juntos. A partir de ese día, Capi comprendió que, aunque era diferente, su singularidad era lo que hacía que su amistad fuera tan especial.
Desde entonces, los tres amigos vivieron muchas más aventuras juntos en el bosque y se dieron cuenta de que, al final, la verdadera riqueza estaba en los amigos que hacemos y en los momentos que compartimos.
Y así fue como Lila, Mateo y Capi aprendieron que la diversidad en la amistad es lo que la hace más bella y emocionante. La historia de los tres amigos se volvió famosa en todo el bosque, inspirando a otros a celebrar sus diferencias.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.