La aventura de la momia Avi
Había una vez en un antiguo museo de arte, una momia llamada Avi. Era una momia especial porque, a diferencia de las demás, tenía la capacidad de moverse y hablar.
Sin embargo, Avi estaba triste y desanimado porque siempre había vivido encerrado en el museo sin poder explorar el mundo exterior.
Un día, mientras los visitantes del museo se maravillaban con las exhibiciones, Avi escuchó a una niña llamada Sofía decir: "¡Me encantaría tener un amigo aventurero como tú!" Estas palabras llenaron el corazón de Avi de esperanza y determinación. Decidió que era hora de salir del museo y experimentar todo lo que el mundo tenía para ofrecer.
Por la noche, cuando todos los visitantes se habían marchado y el museo estaba en silencio, Avi comenzó su emocionante aventura. Con cuidado desenrolló sus vendas y salió sigilosamente por la puerta principal. Al llegar afuera, Avi quedó sorprendido por la belleza del mundo nocturno.
La luna brillaba intensamente en el cielo estrellado mientras él caminaba por las calles vacías. De repente, escuchó un ruido proveniente de un callejón oscuro. Avi fue cautelosamente hacia allí y descubrió a una pequeña ratita atrapada entre unas cajas.
Ella temblaba de miedo y no podía salir por sí misma. Sin dudarlo, Avi extendió sus brazos momificados para ayudarla. "No te preocupes", dijo con voz suave pero decidida. "Te sacaré de ahí".
Con mucho cuidado, Avi liberó a la ratita. Ella lo miró con gratitud y dijo: "¡Muchas gracias! Mi nombre es Ratolina, ¿y tú?""Soy Avi", respondió él. "Estoy en una aventura para descubrir el mundo fuera del museo".
Ratolina sonrió y le contó a Avi sobre todos los lugares emocionantes que había explorado en la ciudad. Juntos, decidieron visitar cada uno de esos lugares.
Durante su viaje, Avi y Ratolina conocieron a diversos personajes como un perro callejero llamado Roco y un gato travieso llamado Mimo. Cada uno tenía una historia fascinante que contar y compartían sus experiencias mientras recorrían la ciudad. Pero no todo fue fácil para Avi.
En cierto momento, se encontraron con un grupo de niños traviesos que comenzaron a burlarse de él por ser una momia. Esto hizo que Avi se sintiera muy triste y avergonzado.
Sin embargo, Ratolina intervino valientemente diciendo: "¡No importa cómo te veas por fuera! Lo importante es lo maravilloso que eres por dentro". Los niños se quedaron sin palabras al escuchar estas sabias palabras y se disculparon con Avi.
A medida que avanzaban en su aventura, Avi comenzó a darse cuenta de cuánto había aprendido durante su tiempo fuera del museo. Había descubierto el valor de la amistad, el coraje para enfrentar los desafíos y lo importante que era aceptarse tal como era.
Al final de su viaje, cuando llegaron nuevamente al museo antes del amanecer, Sofía, la niña que había inspirado a Avi a aventurarse, estaba esperando frente a la puerta. "¡Avi!", exclamó emocionada. "He estado siguiendo tus huellas y me alegra verte de regreso".
Avi sonrió y le dio las gracias por su apoyo. Sofía prometió visitarlo siempre que pudiera para compartir más aventuras juntos.
A partir de ese día, Avi decidió que no importaba si estaba dentro o fuera del museo; lo importante era vivir cada momento al máximo y disfrutar de todas las maravillas que el mundo tenía para ofrecer.
Y así, con una nueva perspectiva llena de amistad y valentía, Avi continuó su vida en el antiguo museo sabiendo que nunca estaría solo mientras tuviera amigos como Ratolina, Roco, Mimo y Sofía a su lado.
FIN.