La Aventura de la Moneda Por un Diente
En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, había un niño llamado Lucas que tenía un diente flojo. Lucas era un chico curioso y soñador, y estaba ansioso por lo que sucedería cuando ese diente finalmente se cayera. Había escuchado rumores de que, si dejaba su diente debajo de la almohada, una misteriosa criatura conocida como el Ratón Pérez vendría a intercambiarlo por una moneda.
Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Lucas dijo:
"¡Chicos! ¿No saben que el Ratón Pérez viene a llevarse los dientes flojos? ¡Es un mago! ¡Te deja una moneda a cambio!"
Sara, su amiga más cercana, respondió:
"Pero Lucas, eso debe ser solo un mito. ¿Cómo puede ser que un ratón recoja dientes y te deje dinero?"
"¡Es verdad! Mi hermana me lo contó. Y cuando se me caiga este diente, yo lo voy a comprobar!"
Los días pasaron y Lucas estaba cada vez más emocionado. Finalmente, un día, su diente se cayó mientras comía una galleta. Saltó de alegría y corrió a contarles a sus amigos:
"¡Chicos, miren! ¡Se me cayó el diente! ¡Hoy el Ratón Pérez vendrá a visitarme!"
Esa noche, Lucas colocó su diente debajo de la almohada y se metió en la cama con una gran sonrisa. Sin embargo, cuando se despertó a la mañana siguiente, lo primero que hizo fue mirar con ansias debajo de su almohada. Su corazón se hundió al no encontrar nada.
"¡No puede ser!"
Se frotó los ojos y volvió a mirar, pero esta vez con más calma. Allí estaba, una brillante moneda de diez centavos.
"¡El Ratón Pérez sí existía!"
Con la moneda en la mano, salió corriendo para compartir la noticia con sus amigos.
"¡Chicos, chicos! ¡El Ratón Pérez vino, y me dejó una moneda!"
Los amigos lo miraron asombrados, pero Sara, incrédula, dijo:
"Tal vez solo te la dejó tu mamá, Lucas".
"No, ¡no puede ser! Mi mamá estaba durmiendo. ¡Fue el Ratón Pérez!"
Lucas fue a comprar una golosina con su moneda, pero mientras la miraba pensó en algo más. Así que decidió hacer un plan. Al día siguiente, se propuso dejar un agradecimiento para el Ratón Pérez. Escribió una carta en una hoja blanca:
"Querido Ratón Pérez, gracias por la moneda. Yo quería comprar golosinas, pero prefiero darte algo a cambio. He dejado un poco de mi chocolate y un dibujo, porque tu trabajo es muy importante. Espero que te guste."
Esa noche, Lucas dejó su carta y el chocolate en la almohada. A la mañana siguiente, al revisar, encontró una moneda aún más brillante y una pequeña nota del Ratón Pérez que decía:
"Gracias, Lucas. Tu dibujo es hermoso, y tu chocolate era delicioso. Sigue siendo amable y generoso, y el mundo será un lugar mejor. Con cariño, Ratón Pérez".
Lucas estaba maravillado. Mientras sus amigos lo rodeaban, les mostró la nota.
"¡Miren, chicos! ¡El Ratón Pérez me escribió de verdad!"
Sara, todavía escéptica, dijo:
"Pero, ¿cómo sabemos que no la escribiste vos?"
"Lo sé porque no sé escribir tan bien" contestó Lucas, emocionado.
A partir de ese momento, las aventuras de Lucas con el Ratón Pérez no hicieron más que comenzar. Decidió que seguiría escribiendo cartas, y que siempre dejaría un regalo para el ratón a cambio de sus monedas. Sus amigos comenzaron a hacerlo también, y poco a poco, el pueblo de Sonrisas se llenó de cartas, dibujos y dulces dejados para el Ratón Pérez cada vez que un niño perdía un diente.
La lección fue clara: la amabilidad y la generosidad no solo trajeron monedas, sino también la alegría de dar y la sorpresa de recibir algo aún más valioso: la amistad y el cuidado de los demás. Y así, mientras Lucas y sus amigos crecían, aprendieron que cada gesto amable tiene su recompensa, muchas veces más grande que solo una moneda.
Y así, el pueblo de Sonrisas se llenó de sonrisas cada vez que alguien perdía un diente. Porque en ese lugar, no solo creían en mágicos ratones, sino también en el poder de la generosidad y el valor de compartir sonrisas entre amigos.
FIN.