La Aventura de la Niña y las Palabras Graves



Érase una vez en un pequeño pueblo donde vive una niña llamada Sofía. A ella le encantaba contar cuentos a sus amigos en la escuela, pero había un pequeño detalle: Sofía tenía un gran interés en las palabras, especialmente en las palabras graves.

Un día, mientras caminaba hacia la escuela, se encontró con un libro abandonado en un banco del parque. Al abrirlo, se dio cuenta de que estaba lleno de palabras desconocidas.

"¡Mirá esto, chicos!" - exclamó emocionada Sofía,

"¿Qué tenés ahí?" - preguntó su amigo Lucas, curioso.

"No lo sé, pero estoy segura de que encontré un tesoro de palabras. ¡Hasta tiene un mapa!" - contestó Sofía.

Decididos a descubrir más, Sofía y Lucas siguieron el mapa que los llevó a un misterioso bosque. Allí, se encontraron con una anciana mágica llamada Doña Ortografía.

"¡Hola, niños!" - saludó Doña Ortografía con un brillo en sus ojos. "He estado esperando a que lleguen. Estoy buscando a alguien que proteja las palabras graves de este bosque."

"¿Palabras graves?" - preguntó Sofía, intrigada. "¿Qué son esas palabras?"

"Las palabras graves son aquellas que llevan la sílaba tónica en la penúltima sílaba y, por lo general, llevan tilde cuando no terminan en vocal, n o s." - explicó Doña Ortografía mientras señalaba un grupo de palabras danzando a su alrededor.

La anciana llevó a los niños hacia una pequeña pradera donde podían ver las palabras graves dando vueltas como si estuvieran bailando. Sofía observó con atención.

"Mirá, ahí está la palabra 'mesa', y se siente feliz porque es grave. Pero ¡oh no! Ahí viene una palabra aguda intentando atraparlas. ¡Es 'canción'!"

"¿Qué podemos hacer?" - preguntó Lucas con miedo.

"Debemos ayudar a esas palabras a mantenerse en su lugar", dijo Sofía, valiente.

Así, Sofía y Lucas comenzaron a jugar con las palabras graves y a recordar las reglas. Volaron haciendo que palabras como 'cárcel', 'árbol' y 'teléfono' se mantuvieran a salvo de las palabras agudas.

"¡Lo logramos! Las palabras graves son importantes y deben ser protegidas" - exclamó Sofía llena de entusiasmo.

"Sí, pero ¿y si aparecen palabras esdrújulas?" - preguntó Lucas, cada vez más preocupado.

"No te preocupes, tengo una idea. Podríamos hacer una celebración en el pueblo para enseñar a todos sobre las distintas palabras y mantener el bosque a salvo" - sugirió Sofía con una sonrisa.

Y así, Sofía y Lucas volvieron al pueblo y, junto con Doña Ortografía, organizaron una gran fiesta de las palabras. Invitaron a todos los niños a aprender sobre palabras graves, agudas y esdrújulas a través de juegos y canciones. Las risas resonaban en el aire mientras cada niño descubría el poder que tienen las palabras.

"¡Mirá!" - gritó una de las nenas mientras bailaba. "Ahora sé que 'matemáticas' es esdrújula porque la sílaba tónica es la antepenúltima, y 'cama' es aguda. ¡Amo las palabras!"

"Yo también, ¡somos los guardianes de las palabras!" - gritó Sofía.

Y así, el pequeño pueblo se convirtió en un lugar donde todos aprendieron a amar las palabras. Sofía, con el apoyo de sus amigos, se sintió muy feliz por haber protegido a las palabras graves y su importancia.

Desde entonces, nunca volvió a ver a Doña Ortografía, pero los niños siempre la recordaban como la sabia anciana que les enseñó el valor de las palabras graves. Y gracias a Sofía y al deseo de aprender, la magia de las palabras continuó brillando en su pequeño pueblo por siempre.

Y así, la niña que contaba historias de palabras graves vivió muchas más aventuras, siempre buscando nuevos relatos y palabras que compartir.

FIN.

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