La Aventura de la Palabra Mágica
Un día soleado en el pequeño pueblo de Cuentacuentos, los niños estaban reunidos en el parque. Todos jugaban y se reían, pero había un niño nuevo, Tomás, que observaba desde lejos. No conocía a nadie y se sentía un poco triste. De repente, una mariposa de colores brillantes voló cerca de él.
"Hola, ¿por qué estás tan solo?" - le preguntó la mariposa mientras revoloteaba.
"No tengo amigos, no sé cómo unirme al juego" - respondió Tomás con un suspiro.
La mariposa pensó por un momento y luego dijo: "Tengo una idea. ¿Qué tal si usamos la palabra 'hola' para hacer amigos?"
Tomás alzó una ceja, intrigado.
"¿Cómo puede una palabra ayudarnos?" - preguntó.
La mariposa sonrió y explicó: "La palabra 'hola' puede abrir muchas puertas. Si la dices con alegría y confianza, tal vez otros niños quieren conocerte".
Tomás decidió intentarlo. Reunió todo su valor y caminó hacia el grupo de niños. Al llegar, respiró hondo y les dijo:
"Hola, soy Tomás".
Los niños se detuvieron y, al ver la sonrisa de Tomás, le respondieron con entusiasmo.
"¡Hola Tomás!" - gritaron al unísono.
Fue entonces cuando uno de los chicos, Nicolás, lo invitó a jugar a la pelota.
"¿Querés ser parte de nuestro equipo?"
Tomás sonrió, se sintió feliz y aceptó.
Pronto, todos estaban corriendo y riendo, pero de repente, Nicolás cayó al suelo y se lastimó la rodilla.
"¡Ay!" - gritó Nicolás.
Tomás, recordando la magia de la palabra 'hola', se acercó a él y dijo:
"Hola Nicolás, no te preocupes. Vamos a ayudarte".
Todos se reunieron a su alrededor.
"¿Necesitas un poco de agua fría?" - sugirió Sofía, otra niña del grupo.
Nicolás sonrió.
"Sí, por favor".
Mientras buscaban agua, Tomás se dio cuenta de que había hecho amigos rápidamente al usar esa simple y mágica palabra.
La mariposa voló de nuevo hacia él.
"Ves, Tomás, a veces una simple palabra puede hacer maravillas".
Tomás se sintió emocionado y decidió que siempre usaría la palabra 'hola' para hacer nuevos amigos.
A partir de ese día, Tomás no solo se sintió parte del grupo, sino que también se convirtió en un gran amigo. Cada vez que conocía a alguien nuevo, decía:
"Hola, soy Tomás, ¿quieres jugar conmigo?"
Días después, el grupo organizó un picnic y Tomás fue el encargado de llevar la fruta.
"Hola a todos, traje muchas manzanas y peras" - dijo al llegar.
Las sonrisas no tardaron en aparecer.
"Genial, ¡gracias Tomás!" - exclamó Sofía.
Mientras todos compartían la comida, Tomás se sintió muy querido y aceptado. La mariposa, desde lejos, observaba orgullosa la felicidad de su nuevo amigo.
Siempre recordaría que un simple 'hola' puede ser el principio de algo maravilloso. Al final del día, Tomás se dio cuenta de que no solo había aprendido a hacer amigos, sino también a cuidar de los demás.
"Gracias, mariposa, por tu ayuda" - dijo Tomás al mirar hacia el cielo.
La mariposa se despidió.
"Siempre que necesites hacer amigos, recuerda utilizar la magia de la palabra 'hola'."
Y así, en el pueblo de Cuentacuentos, todos aprendieron que la amistad comienza con un simple saludo y que toda aventura comienza con un 'hola'.
Ese día, Tomás no solo encontró amigos, encontró una nueva forma de ver el mundo, donde cada saludo podía llevar a una nueva aventura.
Fin.
FIN.