La aventura de la pelota perdida



Había una vez un grupo de niños llamados Martín, Sofía, Lucas y Valentina que vivían cerca de la playa. Todos los días después de la escuela, se reunían para jugar juntos en la arena.

Un día, decidieron llevar una pelota para jugar al fútbol en la playa. Estaban muy emocionados y comenzaron a correr y patear la pelota con alegría.

Pero algo inesperado sucedió: ¡un perro apareció de la nada y agarró la pelota con su boca! - ¡Ay no! ¡El perro se llevó nuestra pelota! - exclamó Sofía. Los niños empezaron a perseguir al perro por toda la playa, pero era demasiado rápido.

Corrieron y corrieron hasta que finalmente llegaron a un pequeño pueblo pesquero donde el perro desapareció detrás de una casita azul. - ¿Qué hacemos ahora? - preguntó Lucas preocupado. Justo en ese momento, apareció don Manuel, un anciano amable que vivía en el pueblo.

Les preguntó qué les pasaba y ellos le contaron lo ocurrido. - Tranquilos chicos, yo sé dónde vive ese perro travieso - dijo don Manuel sonriendo-. Lo he visto muchas veces por aquí cerca.

Don Manuel llevó a los niños hasta una pequeña casa donde encontraron al perro jugando con su pelota debajo del árbol del patio trasero. - Ahí está nuestra pelota - exclamó Martín emocionado. Los niños intentaron recuperarla pero el perro gruñía cada vez que alguien se acercaba.

Fue entonces cuando Valentina tuvo una idea brillante. - Chicos, creo que el perro solo está protegiendo su pelota. Si le mostramos que somos amigables y solo queremos jugar, tal vez nos la devuelva.

Todos asintieron y se acercaron lentamente al perro, mostrándole sus manos vacías y sonriendo de manera amistosa. Después de un momento de tensión, el perro pareció entender que no había peligro y les entregó la pelota. - ¡Lo logramos! - exclamó Lucas emocionado.

Los niños agradecieron a don Manuel por su ayuda y regresaron a la playa felizmente con su preciada pelota. Desde ese día, siempre cuidaron de llevar una correa para el perro cuando iban a jugar en la playa.

Aprendieron que ser amables y comprensivos con los demás puede ayudar a resolver problemas. También aprendieron que cada uno tiene algo valioso para ofrecer al mundo, incluso un simpático perro callejero.

Y así, Martín, Sofía, Lucas y Valentina siguieron jugando juntos en la playa todos los días, disfrutando del sol, el mar y las aventuras que les esperaban.

FIN.

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