La Aventura de la Plantita y el Girasol



Había una vez, en un hermoso jardín, una pequeña plantita llamada Pétalo. Ella había nacido al lado de un alto y radiante girasol llamado Sol. Desde que eran muy chiquitos, Pétalo y Sol eran los mejores amigos del mundo. Se contaban historias, se reían y siempre se apoyaban mutuamente.

Un día, mientras el sol brillaba en lo alto, Pétalo notó que Sol no estaba. Pasó la mañana esperando a que su amigo regresara. Cuando llegó la tarde y todavía no había rastro de él, comenzó a preocuparse.

- “¿Dónde estará mi querido Sol? ¡Lo extraño mucho! ” - se lamentó Pétalo, sintiéndose sola.

Con lágrimas en sus hojitas, decidió que debía buscar a su amigo. Y así, se adentró en el jardín, sin saber que no era tan fácil como parecía. Cada paso que daba, la pequeños hojas de Pétalo se llenaban de más preocupación.

Mientras tanto, Sol había conseguido mudarse a una parte más soleada del jardín. Había encontrado un lugar donde los rayos del sol llegaban con más fuerza y donde podía crecer aún más alto, pero nunca se había olvidado de su amiga.

- “Espero que Pétalo no se preocupe por mí. ¡Nos veremos pronto! ” - pensó Sol emocionado mientras se mecían sus suaves pétalos.

La plantita continuó su búsqueda, pero pronto se dio cuenta de que no conocía bien el jardín. Todo se veía diferente y se sentía un poco perdida.

- “¡Ay, ay, ay! ¿Dónde estoy? ¡No puedo encontrar a Sol! ” - decía Pétalo, con su voz temblorosa.

En su aventura, Pétalo se encontró con varios insectos y flores que le ofrecieron sugencias:

- “¿Por qué no preguntas a la mariposa? Ella seguramente lo ha visto” - le sugirió una flor.

Así que Pétalo siguió el consejo y llamó a una colorida mariposa.

- “¡Hola, mariposa! ¿Has visto a mi amigo, el girasol Sol? ” - preguntó llenita de esperanza.

- “Sí, lo vi esta mañana. Se mudó hacia el lado más soleado del jardín. ¡Ve allí! ” - respondió la mariposa antes de salir volando.

Sin perder tiempo, Pétalo decidió ir en esa dirección. Saltó con toda su fuerza y se movió al ritmo de la brisa. Pero cuando llegó, se dio cuenta de que todo se veía diferente y que Sol no estaba allí. Ella estaba a punto de llorar nuevamente cuando escuchó una voz familiar.

- “¡Pétalo! ¿Eres tú? ” - era Sol que la había estado buscando también.

Pétalo se dio la vuelta y vio a su amigo tan brillante y hermoso como siempre, lleno de alegría.

- “¡Sí! ¡He estado buscándote! Te esperaba, pero no sabía dónde estabas. ¡Me preocupé mucho! ” - se soltó Pétalo, sintiéndose aliviada.

- “Lo siento, amiga. Quería encontrar un lugar mejor para nosotros dos. Pero ahora que estoy aquí, podemos seguir siendo amigos y jugar juntos en este lugar soleado” - dijo Sol con una linda sonrisa.

Pétalo sonrió también. Se dieron cuenta de que aunque habían estado separados, su amistad era más fuerte que la distancia. Juntos exploraron el nuevo lugar, disfrutaron de los cálidos rayos del sol y, sobre todo, aprendieron que a veces, los cambios pueden ser buenos.

- “La próxima vez, ¡prometamos siempre decirnos a dónde vamos! ” - sugirió Pétalo, recordando lo que había sucedido.

- “¡Trato hecho! Nunca más nos perderemos de vista” - respondió Sol con seguridad.

Y así, Pétalo y Sol vivieron felices, explorando el jardín juntos mientras el sol brillaba sobre ellos, creciendo más y más fuertes, y disfrutando de cada nueva aventura que les deparaba la vida.

FIN.

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