La Aventura de la Selva Mágica
En lo profundo de la selva amazónica, había una pequeña tortuga llamada Tita. Era muy curiosa y siempre soñaba con descubrir los misterios de su hogar. Un día, mientras exploraba cerca de un río brillante, se encontró con un grupo de animales que discutían con gran preocupación.
"¡Ayuda!" - gritó el loro Leo, volando de rama en rama "El río se está secando y nuestros hogares están en peligro. No tenemos agua para beber y eso afecta a todos, desde los pequeños insectos hasta los grandes jaguares. ¿Qué haremos?"
Tita se acercó cuidadosamente al grupo.
"¿Qué les sucede?" - preguntó con su voz suave.
"El río está perdiendo su caudal", explicó la rana Rufi, "y si no encontramos una solución pronto, la selva se volverá un lugar peligroso."
Tita, aunque pequeña, no podía ignorar el problema. "Tal vez podamos buscar la fuente del problema", sugirió. Los animales quedaron en silencio, sorprendidos por la valentía de la tortuga.
"¿Y cómo lo haríamos?" - preguntó la serpiente Susi, enroscándose en una rama.
"Podemos dividirnos en grupos y buscar pistas cerca del río", propuso Tita. "Alguien debe saber qué ha pasado con el agua."
Los animales se miraron entre sí y, tras un pequeño momento de duda, decidieron que era una gran idea. Así que se organizaron: Leo volaría alto buscando desde el aire, Rufi saltaría por la orilla, Susi se deslizaría por el fondo y Tita, aunque lenta, cruzaría lo que pudiera.
Después de buscar por un tiempo, Leo lanzó un grito de alegría.
"¡Encuentro!" - exclamó "En la montaña, hay un grupo de humanos trabajando. Han hecho un túnel que lleva el agua a un pueblo cercano. No podemos permitir que se sigan llevando nuestra agua. ¡Debemos hacer algo!"
La preocupación se apoderó del grupo. La serpiente Susi, más astuta que muchos, tuvo una idea brillante.
"Podríamos intentar hablar con ellos. Quizá no se dan cuenta de lo que están haciendo. Necesitamos que nos escuchen."
Todos estuvieron de acuerdo, aunque el miedo a los humanos se sentía en el aire. Tita sabía que debía ser valiente, así que se propuso acercarse.
"Voy a hablar con ellos", dijo, "Soy pequeña, pero la voz de la selva merece ser escuchada."
Los animales le dieron ánimos y Tita se dirigió, con mucho cuidado, hacia los humanos. Al llegar, observó cómo trabajaban. Se acercó lo más que pudo y, con el corazón latiendo rápido, empezó a hablar.
"Hola, humanos. Soy Tita, la tortuga. Por favor, escúchenme. Este río nos da vida a todos en la selva, y al llevarse el agua, ponen en peligro nuestros hogares."
Los trabajadores se quedaron sorprendidos al ver una tortuga que hablaba. Uno de ellos se agachó y le respondió:
"¿De verdad? No sabíamos que esto afectaba a los animales de la selva. Lo hicimos para ayudar a nuestro pueblo."
"Lo entiendo, pero necesitamos encontrar un modo de convivir. Pueden sacar agua del río, pero sin perjudicar nuestra selva. Hay muchas otras formas de ayudar a la gente sin llevarse toda nuestra agua."
Los humanos, tocados por las palabras de Tita, comenzaron a conversar entre ellos. Después de unos minutos, uno de ellos se acercó a la tortuga, con una gran sonrisa.
"Tienes razón, pequeña. Vamos a encontrar una solución. Haremos un sistema que nos permita compartir el agua sin desviar todo el flujo."
Tita se sintió aliviada y feliz. Así, los humanos comenzaron a trabajar en un nuevo proyecto que beneficiaría tanto a ellos como a los animales de la selva. Tita regresó triunfante con sus amigos.
"¡Lo logramos!" - exclamó "Los humanos van a ayudarnos."
Todos celebraron y agradecieron a Tita por su valentía. Desde ese día, la selva y el pueblo vivieron en armonía, y Tita se convirtió en una héroe entre los animales.
"A veces, los más pequeños pueden hacer grandes cambios", reflexionó Rufi mientras saltaba por la selva.
Y así, la tortuga Tita enseñó a todos que la valentía y el diálogo son herramientas poderosas para resolver problemas y proteger el hogar que tanto amamos. Desde entonces, los animales seguían viviendo felices, cuidando su selva y compartiendo historias de valentía y amistad.
FIN.