La Aventura de las 7 Pusis
Había una vez una chica llamada Lila, que estudiaba en una universidad muy concurrida. Cada día, al intentar tomar el ascensor, se encontraba con un mar de estudiantes que la hacían esperar eternamente.
- ¡Uff, siempre está lleno! - se quejó Lila un día, observando a sus compañeros apretados, como sardinas enlatadas.
Decidida a no perder más tiempo, Lila decidió que subiría las escaleras. Así que, con un gran respiro, se dirigió al primer piso. ¡Era hora de la aventura! Mientras subía al segundo piso, pensó: - Esto no es tan malo, un poco de ejercicio me vendrá bien.
Al llegar al séptimo piso, sintió que había logrado una hazaña. Al llegar a su aula, se dio cuenta de que incluso había llegado más temprano que muchos de sus compañeros.
- ¡Mirá quién llegó antes! - exclamó su amigo Tomás, que la esperaba en la puerta. - Parecés una gacela subiendo esas escaleras.
Lila se sonrió y pensó en las posibilidades. - ¿Y si subo más? - se preguntó.
Así fue como, tras un par de semanas, Lila decidió que en lugar de 7 pisos, subiría 9 —"pusis" cada día. Todos sus amigos se sorprendieron al verla llegar siempre con una gran sonrisa, llena de energía.
- Estás loca, Lila - dijo su amiga Sofía. - ¿No te da miedo cansarte?
- Para nada - respondió Lila. - Además, cada vez me siento más fuerte y feliz.
La leyenda de las —"pusis" empezó a difundirse en la universidad. Se decía que, mientras más —"pusis" subieras, más sabiduría y habilidad adquirías. Esto atrajo la atención de otros estudiantes. Algunos comenzaron a unirse a ella en su aventura de subir las escaleras.
Sin embargo, un día, mientras subía su habitual número de —"pusis" , Lila se encontró con un desafío inesperado. Al llegar al noveno piso, se encontró con una puerta cerrada que nunca había visto.
- ¿Y esto? - preguntó Lila a su amiga Marta, que la había acompañado ese día.
- No sé, Lila. Pero parece misteriosa. Tal vez debamos abrirla. - sugirió Marta.
Movidas por la curiosidad, decidieron intentar abrir la puerta. Con un empujón, la puerta cedió y, para su asombro, descubrieron una escalera que subía aún más.
- ¡Increíble! - exclamó Lila. - ¡Hay más —"pusis" por subir! ¿Te imaginás cuántas cosas podríamos descubrir?
Con valentía y determinación, ambas subieron los nuevos —"pusis" . Cuanto más alto subían, más se llenaba su corazón de emoción y alegría. Por el camino, se encontraron con otros estudiantes que también querían seguirlas.
- ¿A dónde van? - preguntó un grupo de chicos.
- A descubrir el misterioso mundo de los —"pusis" - respondió Lila, ya sintiéndose como una aventurera.
Cada vez que subían más, Lila y sus amigos aprendían no solo sobre su universidad, sino también sobre la importancia del trabajo en equipo, de no rendirse ante los obstáculos y de ser curiosos.
- ¡Esto es asombroso! - exclamó Sofía, mientras subían el último escalón. - ¡Nunca imaginé que podríamos encontrar algo así!
Finalmente, después de lo que parecieron ser horas, llegaron a una azotea muy especial que tenía una vista maravillosa de toda la ciudad. Se sentaron y, cansados pero felices, comenzaron a compartir historias. Lila miró a su alrededor y sonrió.
- Fíjense, chicos. Todo comenzó porque decidí optar por las escaleras en lugar del ascensor. - les recordó Lila. - Y miren todo lo que hemos logrado.
Desde ese día, la leyenda de las —"pusis" creció y creció. Todos los estudiantes empezaron a ver las escaleras como una oportunidad para aprender y crecer. Cada escalón se convirtió en un símbolo de esfuerzo y de aventura.
Lila nunca dejó de subir —"pusis" y siempre buscó nuevas formas de descubrir lo que le rodeaba. Y así, cada vez que alguien decidía subir una escalera, el espíritu aventurero de Lila los acompañaba, recordándoles que, a veces, los mayores tesoros se encuentran cuando tomamos el camino menos transitado.
FIN.